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Cinco años atrás habría resultado imposible calcular los caminos que terminarían por acercarlo al vertiginoso mundo del social media, sin embargo, Alfonso admite haber sentido, desde su infancia, una gran atracción por las innovaciones tecnológicas, cuyas actualizaciones en los últimos 10 años se vieron aceleradas, al igual que las interacciones humanas. Quizás ese gusto por los gadgets explique su asentamiento en el nuevo oficio de la administración de redes virtuales.

Hace un lustro, una añeja pasión por la literatura lo inspiró a estudiar la delirante carrera de Filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde conoció el trabajo del escritor mexicano Óscar de la Borbolla. Por aquellos años pensó en seguir los pasos del autor de Las vocales malditas y acuñar la composición de poemas y ensayos como su profesión.

Pero esa perspectiva cambió hace cuatro años, mismos en los que se ha desarrollado como community manager, un oficio que ha cobrado relevancia en el universo laboral actual. Su reciente aparición ha dificultado el establecimiento de una ciencia especializada en formar a esta nueva clase de comunicadores, lo que provoca un efecto de desconocimiento y minimización general al respecto.

Como encargado de redes sociales para el partido político Morena (Edomex), la labor de Alfonso Vázquez es gestionar las interacciones virtuales entre la organización para la cual colabora y una comunidad de personas interesadas en ella. Con su laptop y su smartphone acompañándolo a todo lugar debe estar siempre atento a los detalles que entrelazan a su entorno con la realidad virtual que dirige.

Community con conciencia

El primer contacto que tuvo con esta ocupación fue a la mitad de la licenciatura. Jonathan, su amigo de adolescencia, lo invitó a colaborar en el portal informativo Revolución 3.0. Aunque el reto de incursionar en un terreno desconocido le sembró temor, algunos apuros económicos por los que atravesaba fueron factor clave en su decisión y así aceptó, entonces, el empleo.

Con el apoyo de Andrea, una de las responsables del proyecto y su primera instructora en el área, logró aprender con relativa facilidad las características primordiales del oficio: el análisis de reacciones a sus contenidos y la programación periódica de publicaciones futuras. Para entender mejor el comportamiento de las sociedades virtuales empleó a fondo su destreza autodidacta. La lectura de blogs especializados fue fundamental en su misión.

Un par de años después de su debut como community manager, la administración del sitio noticioso que le brindó su primera oportunidad sufrió modificaciones estructurales. El antiguo equipo de trabajo abandonó la redacción y dio paso a la creación de Neurona, una consultoría política de corte izquierdista que ha colaborado con el partido político español Podemos, junto con su dirigente, Pablo Iglesias, además de estar trabajando estrechamente con el presidente boliviano Evo Morales.

De manera algo extraña, han sido los cuarteles del caprichoso mundo de la política los que le han abierto algunas puertas y ventanas que en el ámbito empresarial le fueron clausuradas casi de inmediato por ser “incompatible” con las demandas del mercado. A diferencia de quienes están ligados con organizaciones comerciales, el filósofo de 27 años reconoce estar inmerso en un ambiente distinto.

En los últimos dos años, Alfonso recibió la oportunidad de trabajar con el equipo de Layda Sansores y Salomón Jara, ex candidatos a las gubernaturas de Campeche y Oaxaca. Su postura política se orienta hacia la izquierda y su trabajo le ha permitido tener acercamiento con figuras públicas como el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

A pesar de estar ligado con la representación política de Morena, para el community el pensamiento de izquierda representa más que la simple veneración de un personaje. Conoce la engorrosa crisis social de México, y su visión crítica ante los discursos oficialistas le hace pensar que es momento de un cambio en el país y para ello, dice, “es necesario adoptar una democracia participativa”. Parte de esta ideología le ha brotado debido a los obstáculos con que se ha topado en el ámbito laboral.

Un documento aventaja a la experiencia

En busca de nuevas experiencias y con el objetivo de incrementar sus conocimientos sobre el oficio, Alfonso se ha acercado a las grandes industrias para encontrar una oportunidad para desarrollar sus capacidades. En todos los casos, la respuesta ha sido negativa, lamenta el administrador de redes y la mayoría de veces su carrera ha sido la principal traba. Por lo general, el criterio para elegir al community manager está basado en la escolaridad del candidato. Por no haber un criterio unificado sobre el perfil adecuado, el papel del community manager pone en cierta desventaja a quienes desean dedicarse a ello. Sobre todo en cuestión de salarios y otras recompensas económicas, ya que mientras un vocero de marca, por ejemplo, llega a tener un salario de hasta 80 mil pesos al mes, en México el promedio de ingresos para los administradores de redes sociales ronda entre los 7 mil y los 15 mil pesos mensuales.

Gracias a los textos del bonaerense Mario Bunge, uno de los pensadores argentinos más reconocidos del siglo XX, Alfonso descubrió en el cientificismo una nueva manera de explicarse lo que sucede a su alrededor. Convencido de poder utilizar sus conocimientos en la materia, durante los últimos años ha fusionado sus saberes sobre las sociedades virtuales con la filosofía.

Las técnicas de observación que aprendió en la universidad han sido sus principales herramientas empíricas para desenmarañar el comportamiento de los complejos tejidos sociales que dirige. “Pero eso no importa en las empresas”, se queja: su currículum suele ser desplazado por aspirantes con licenciatura en Comunicación y Mercadotecnia.

Futuro opaco

El futuro de los community managers es borroso. A pesar de las desventajas a las que se enfrentan quienes se dedican a esta actividad, expertos como el conferencista Jorge Ávila le advierten una longeva trayectoria, aunque reconoce que es necesario crear esquemas educativos y laborales para su profesionalización.

Alfonso es consciente de ello. Por ahora no augura perpetuidad entre las paredes virtuales. Para él, esta puede ser tan sólo una etapa de aprendizaje de la que tratará de sacar el mayor provecho. Prefiere pensar, como hace unos años, en un destino ligado a las letras y la filosofía.

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