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Los familiares de doña Josefina Silva siempre negaron que el diagnóstico de cirrosis hepática tuviera su origen en el consumo de alcohol. Aceptarlo era denigrar a la mujer y a los suyos, en su pueblo ubicado en el municipio poblano de Atlixco.

En 2014 murieron 11 mil 410 mexicanos por esta enfermedad del hígado, según los más recientes datos del Inegi. Uno de cada 10, es decir, mil 128, eran originarios de Puebla. Este diagnóstico está ligado a un sinfín de prejuicios y despierta, tanto en el paciente como en sus familiares, el temor de sufrir discriminación. Pocos se atreven a aceptarlo.

Historia. Alcohol, un doble padecimiento
Historia. Alcohol, un doble padecimiento

“La familia siempre negó las verdaderas causas de su enfermedad. Decían que era cuestión del estómago”, recuerda María Antonia López, hijastra de doña Josefina. Para el doctor Pedro Reyes Páramo, ex director del Hospital de Especialidades del IMSS San José, la enfermedad derivada del consumo de bebidas alcohólicas impacta en mayor medida a los familiares. “Se enfrentan a una enfermedad por el alcoholismo y otra terminal, que es la cirrosis hepática. Es doble el drama”, afirma.

Doña Josefina vivió más de 10 años con los síntomas, pero sin diagnóstico. Su cansancio y vómito no llamaron la atención de ningún médico particular. Más de una vez regresó a su casa con medicamentos para un simple problema estomacal. Fue hasta que llegó a una clínica del IMSS cuando le confirmaron su padecimiento: cirrosis hepática. Y no sólo eso: estaba desahuciada. Su hígado, el único órgano del cuerpo humano que tiene la capacidad de regenerarse al 100%, estaba destruido.

Para María Antonia eso no fue una sorpresa. “Lo negaban, pero en realidad bebía mucho, por lo menos en sus fiestas, que eran cada ocho días, y en el pueblo toman bastante”, dice esta mujer morena desde el barrio de la Junta.

Seis meses después del diagnóstico, doña Josefina murió. “Ella prefirió irse a su casa a morir, porque nada más la iban sobrellevando”, recuerda su hijastra. La partida de la mujer fue muy sufrida, pero al final de cuentas “las fiestas se la llevaron”, afirma María Antonia.

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