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En México, las mujeres no tienen las mismas oportunidades para conseguir un trabajo formal ni los mismos sueldos que sus pares masculinos. De los 51.6 millones de mexicanos que trabajan, 19.8 son del sexo femenino. Esta cifra se queda corta en comparación con los 31.8 millones de hombres que ocupan un puesto en el campo laboral mexicano, según las más recientes cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), publicada por el Inegi a finales de 2015.

Desigualdad para obtener el mismo puesto de trabajo, diferentes salarios y poca flexibilidad sobre el tema de la familia, son algunos de los factores que frenan el crecimiento femenil en materia de trabajo. El Reporte de Brecha de Género 2015, publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), destaca un dato: los sueldos de las mujeres en México son el equivalente a los que los hombres ganaban hace una década.

De las 145 naciones que fueron evaluadas en sus economías con relación a la brecha de género, México se ubica a la mitad de la tabla, en el lugar 71. En total, el país obtuvo un puntaje de 0.699, donde 1.00 es totalmente igualitario y 0.00 es totalmente inequitativo.

Si eres una mujer mexicana que trabaja, es probable que ganes la mitad de lo que obtiene un hombre en todo el año. No importa que se desempeñen en el mismo empleo. Así lo muestra el reporte del WEF: las mujeres ganan 11 mil 357 dólares al año, en promedio; los varones 23 mil 347 dólares.

El informe evalúa varios rubros en los países con relación a la salud, educación, política; el caso de la economía es en donde México resulta ser un país desigual con el género femenino. “El pago anual de las mujeres es igual al importe que los hombres ganaban hace 10 años”, señala el reporte. Esa misma tendencia se ha mantenido desde 2006, fecha en la que se emitió el primer reporte.

Aunque México subió nueve puestos al quedar en el 71, debido a mejoras en el área política, ocupa lugares con alta desigualdad en el rubro económico del ranking: 128 (igualdad salarial), 126 (oportunidad y participación económica), 121 (fuerza laboral) y 113 (ingresos estimados).

Rezagadas

La ENOE muestra que de las 11 categorías de trabajo que registran, en siete los hombres obtienen una paga mayor que las mujeres por el mismo empleo. La mayor disparidad está en los puestos de funcionarios y directivos, así como en los trabajos industriales.

Las mujeres sólo ganan más que sus contrapartes en las actividades consideradas como servicios de protección, vigilancia y Fuerzas Armadas, servicios personales, actividades agrícolas, ganaderas, de pesca y aquellas en las que no se tiene suficiente información.

El Convenio sobre Igualdad de Remuneración, firmado por los países que pertenecen a la Organización Internacional del Trabajo, señala que a mismo empleo, mismo salario. Pero estas normas se rompen en México, en la mayoría de las categorías registradas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

La mayor disparidad se encuentra en los empleos catalogados como “Funcionarios y directivos de los sectores públicos, privado y social”. Un hombre gana 99.76 pesos, en promedio, por hora trabajada. El salario de las mujeres se queda en 77.5 pesos por hora.

“En México tenemos un problema de brecha salarial muy importante. Las mujeres en el mercado laboral tienen más dificultades que los hombres para ocupar puestos de toma de decisiones y eso tiene un impacto en los ingresos que reciben. Con menos ingresos tienen menor capacidad de decisión sobre su vida”, dice Ana Buquet, directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Forzadas a emprender

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció en 2013 que de cada cinco pequeñas y medianas empresas (Pymes) creadas, tres eran lideradas por mujeres. En tanto, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) argumenta que la motivación del género femenino por emprender está relacionada con el desempleo y los bajos salarios que reciben.

Ante la falta de oportunidades y con cuatro hijas, Modesta Pérez López comenzó a vender quesadillas en la calle Joaquín Gallo, en la zona de Santa Fe, desde hace más de 15 años. Entre otros puestos de jugos, tortas, tacos, hamburguesas y licuados, Modesta es conocida como Doña Mode, “la de las quesadillas”.

Cuando los grandes corporativos llegaron a esta área de la Ciudad de México, el pequeño negocio que había montado se vio en riesgo. La delegación los movió a todos. La mayoría buscó otra avenida para seguir trabajando. Doña Mode vio una oportunidad a unos cuantos pasos: vender en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana (UIA).

“Las mujeres se convierten en emprendedoras porque cuando intentan incorporarse a una empresa se les presentan obstáculos de carácter estructural y cultural al realizar su trabajo. Hablamos de instituciones patriarcales, que ponen una serie de resistencias al avance profesional de las mujeres”, agrega Ana Buquet.

Con 10 años de experiencia haciendo quesadillas, preparando diferentes guisados y atendiendo casi ella sola un puesto, Modesta se integró a las filas del Sindicato de la UIA, pero no fue tarea fácil. “Di muchas vueltas. Tardé seis meses en que me aceptaran, pero logré hablar con el comité del sindicato y ahora aquí estoy”, dice la mujer de casi 70 años.

Su día comienza a las cinco de la mañana. Hoy, después de una década, es un ícono de la Universidad Iberoamericana.

Con su mandil y una gorra de tela negra para sostener su cabello, Doña Mode platica que nadie le creería que gracias a la venta de quesadillas logró irse a Europa y también sacó adelante a cuatro mujeres. “He logrado lo que me propuse: mis hijas tienen una carrera, son buenas mujeres, son mujeres triunfadoras”.

Todas son profesionistas, maestras de preparatoria y primaria. Tienen maestría e incluso una de ellas hizo un doctorado en Barcelona. “Ellas siempre me ponen como ejemplo”, dice con una sonrisa en el rostro.

Estudiar no basta

En el mundo profesional, para la mujer una carrera no es suficiente. El sector femenino no sólo se ha incorporado en mayor cantidad al gremio empresarial y laboral en general; también en el campo educativo se presenta un aumento considerable, sin que ello sea sinónimo de aspirar a mejores ofertas de trabajo.

A pesar de la desigualdad de género que se presenta en el ámbito laboral de México, el crecimiento de la participación estudiantil femenina es evidente.

El Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM (PUEG) afirma que en 2006 la matrícula estudiantil de esa institución registró 106 mil 584 alumnos, de los cuales 51% eran mujeres. En 2011, el promedio general de aprovechamiento del sector femenino era de 8.1, mientras que el de los hombres llegó a 7.8.

Las cifras generales de la ENOE muestran que las mujeres cuentan con un año más de estudios que sus contrapartes varones, pero esto no basta para que su paga sea mejor.

Este análisis, elaborado por EL UNIVERSAL, se realiza en el contexto del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este martes.

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