México contribuye a la producción mundial de conocimiento en menos de un 1%. Según las estadísticas, el 30% de mexicanos que se gradúan como doctor por cada millón de habitantes, es insuficiente para lograr el capital humano que se requiere en el futuro próximo, señaló un informe de Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP).

De acuerdo con el documento “Fuga de cerebros”, elaborado por José de Jesús González Rodríguez investigador del CESOP de la Cámara de Diputados, a nivel mundial, en naciones como Corea del Sur se invierte casi el 4% del PIB en la ciencia, y le sigue en orden decreciente Estados Unidos, Alemania y Francia.

En México, la inversión científica privada y pública es similar, pero insuficiente. En 2012 sumaron un 0.5% del PIB, la cantidad más baja entre los miembros de la OCDE e incluso menor al promedio latinoamericano.

Los científicos mexicanos viajan al extranjero, principalmente a Estados Unidos y Gran Bretaña, para realizar su educación de posgrado. El 85% de quienes realizan estancias posdoctorales en ciencias exactas, lo hacen en otros países.

La fuga de cerebros comienza desde la etapa estudiantil donde los alumnos se trasladan al extranjero, encuentran una fuente de trabajo o se incorporan a un equipo de investigación en el país o región al que llegan.

Según una encuesta realizada a mexicanos que impartían clases o dirigían investigaciones en Estados Unidos, 75% migró para culminar su doctorado y 12% para tener una oferta de trabajo.

Para el año 2000, se calculó que 895 mil 515 mexicanos con educación superior residían en Estados Unidos, de los cuales un 6.6% contaba con estudios de posgrado.

Entre 1990 y 2005, de acuerdo con el censo de población de Estados Unidos y con la American Community Survey, la población migrante mexicana con escolaridad profesional y posgrado que vivía en Estados Unidos casi se cuadruplicó, al pasar de 114 mil 522 a 442 mil 960 personas.

Además, se registró una tasa constante de crecimiento del 8.9%. Y de los migrantes con formación profesional, un 17% contaba con estudios de posgrado.

La base de datos del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) registra que en el área de ciencias sociales, 41% de sus miembros, mexicanos o extranjeros, obtuvieron sus últimos grados en el extranjero, mientras que el promedio de todo el sistema es de 36%.

En países y regiones como la India, Asia Meridional, Turquía y el África subsahariana, la fuga de cerebros se ha convertido en un problema importante. Por ejemplo, en Sri Lanka el número de científicos económicamente activos disminuyó de 13 mil 286 en 1996 a 7 mil 907 en 2006.

Otro caso es el de la India, que registra altos porcentajes de expertos y técnicos que salen de sus fronteras, sin que a su vez ingrese a su territorio un flujo de especialistas para balancear el saldo del intercambio internacional del conocimiento.

Aunque Estados Unidos sigue siendo un destino habitual para los científicos de casi todo el mundo, Suiza tiene el mayor porcentaje de científicos inmigrantes. Por el contrario, Japón es el país con menor intercambio de especialistas.

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