La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuenta con un laboratorio único en el país y Latinoamérica dedicado al estudio de canalopatías, enfermedades producidas por el funcionamiento anómalo de proteínas presentes en membranas celulares, denominadas canales iónicos.

El Instituto de Fisiología Celular es la sede del Laboratorio Nacional de Canalopatías, donde se trabajan proyectos como el desarrollo de un anticonceptivo masculino y en el análisis de canales iónicos alterados involucrados con algunos tipos de cáncer.

Ese espacio destaca en el mundo por ser el único que tiene a su disposición un acervo de material biológico, toxinas aisladas de venenos de alacrán, serpientes y arañas, así como de organismos marinos para probar los efectos de esas sustancias sobre los canales iónicos normales y alterados.

Los responsables del laboratorio, Arturo Picones Medina y Arturo Hernández Cruz, destacaron que se pretende entender la ciencia básica de los canales iónicos y plantear soluciones para algunos de los problemas que causan cuando están alterados.

Entre los más importantes que se trabajan en el laboratorio está el desarrollo de un anticonceptivo masculino basado en la búsqueda de compuestos y toxinas que afecten canales iónicos específicos del espermatozoide humano y el análisis de la función y repercusión de canales iónicos alterados involucrados en el desarrollo de algunos tipos de cáncer.

Como parte del primer proyecto, investigadores del Instituto de Biotecnología han aislado 950 fracciones de toxinas provenientes de venenos de arañas, alacranes y serpientes.

De esas, en el Laboratorio Nacional de Canalopatías se han probado 350: tres de ellas tienen efectos sobre un canal de calcio del espermatozoide.

“Eso no significa que ya tenemos algo utilizable como anticonceptivo, es apenas el inicio: la identificación de las toxinas que son específicas para esos canales”, aclaró Arturo Picones.

Relacionado con el tema del cáncer, se cuenta con una toxina marina proveniente de un caracol que actúa con potencia y especificidad sobre un canal iónico implicado con la enfermedad; los resultados son aún a nivel básico.

“En la industria farmacéutica de Estados Unidos se calcula que se necesitan entre 10 y 12 años, y entre 0.8 a 1.2 billones de dólares, en promedio, para generar un nuevo medicamento. Esperamos modificar eso y encontrar toxinas que tengan una acción específica sobre los canales iónicos que nos interesan, a un costo mucho menor”, precisó.

El Instituto de Fisiología de la Universidad de Puebla, el de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima y el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Insituto Politécnico Nacional, unidad Monterrey, son instancias asociadas a este laboratorio nacional.

Otra característica que hace único al laboratorio es que cuenta con sistemas automatizados (robóticos) e instrumentación capaz de hacer registros en forma paralela de hasta 16 experimentos a la vez

“O un lector de placas que puede hacer 96 o incluso 384 registros al mismo tiempo, tecnología que se generó para la industria biotecnológica y farmacéutica en Estados Unidos y Europa, y que hace apenas cuatro años implementamos en México”, destacó Picones Medina.

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