La popularidad del papa Francisco se debe a que encarna la esperanza de la transformación de la Iglesia Católica y las aspiraciones de la población a una mayor justicia social, coincidieron investigadores.

Gilberto Giménez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, comentó que el papa Francisco se ha convertido en una figura necesaria para los debates de pobreza y desigualdad, pues representa las aspiraciones de cambio características de nuestra sociedad tanto dentro como fuera del ámbito religioso.

"Dentro del ámbito religioso la figura de Francisco y las cualidades que se le atribuyen se relacionan con la esperanza de una nueva primavera en la Iglesia. (...) En el ámbito extra religioso, en la geopolítica internacional se le relaciona con las aspiraciones de una mayor justicia social y ambiental, con la lucha contra la desigualdad social, con la búsqueda del diálogo y la paz en las relaciones internacionales", explicó.

En su participación en la mesa redonda "El papa Francisco. Su personalidad, su pensamiento y su visita a México", el investigador comentó que el pontífice argentino se trata de un personaje carismático, debido a que ha introducido "vientos de cambio" en Iglesia, en donde la gente ha depositado sus esperanzas en él.

En su intervención, Hugo José Suárez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, indicó que el papa Francisco visita un país altamente religioso, sin embargo en los últimos años dejó de ser solamente católico y la diversidad religiosa cada vez es mayor.

"El monopolio religioso que estaba concentrado definitivamente en la institución católica y que estaba preocupada por mantener y reproducir ese monopolio resulta que en las últimas dos, tres, décadas se ha ido resquebrajando y nos ha dado el resultado que estamos teniendo ahora”, apuntó.

La diversidad religiosa no es uniforme, puesto que hay una diferencia entre la parte central del país y las fronteras, particularmente Chiapas donde se han incrementado las Iglesias Evangélicas; la edad también es un factor para esta diversidad, ya que hay una diferencia en la manera de “vivir la fe” entre los jóvenes y los adultos, explicó el también catedrático de la UNAM.

“Dentro de la propia diversidad con la cuestión territorial o etaria tenemos una variación tremendamente importante”, dijo.

En tanto que el investigador del Colegio de México, Roberto Blancarte, consideró que el poder del papa es esencialmente simbólico que material, dado que la Santa Sede no tiene la fuerza económica capaz de alterar las finanzas internacionales ni existe intercambio comercial con los países que tiene relaciones, sino que su poder radica en sus mensajes.

Destacó que los políticos mexicanos no saben cómo tratar a los pontífices, si deben tratarlo como dirigente religioso o como jefe de Estado, por lo que se encuentran titubeantes entre recibirlo con todos los honores por tratarse del vicario de Cristo o mantener su distancia.

“No saben si besarle el anillo, si inclinarse si se deben referir con su título oficial de su santidad, si tratarlo como dirigente religioso o como jefe de Estado. Tienen claro que estamos en una República en un estado laico, pero no saben si guardar distancia o abrazar al invitado. Titubean entre recibirlo amablemente y dejarlo entre sus feligreses”, expresó.

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