Chignahuapan, Puebla-.— En el centro del pueblo mágico de Chignahuapan, Puebla, cerca de la Iglesia de La Inmaculada Concepción, es donde Jessica Gutiérrez tiene un pequeño local en el que vende esferas y arreglos navideños que se hacen en el taller de sus padres desde hace 32 años.

Su taller ubicado en la Calle Javier Mina a unas cuadras del local de Jessica, es también su casa. Lugar donde las manos de los Gutiérrez González trabajan desde la primera semana de febrero hasta el 18 de diciembre.

La tarea de Jessica es la culminación de un largo proceso para la creación de las esferas. Darle forma a cada una se lleva aproximadamente 30 segundos pero el resto del proceso lleva más tiempo. "Todo se basa en el vidrio soplado", dice Jessica. La elaboración de una esfera requiere de al menos cinco personas diferentes que están trabajando continuamente.

En el taller de Don Gregorio (su padre) y su esposa, todas las esferas son 100% hechas a mano, de inicio a fin. Empiezan con el globeo, en el que uno de los trabajadores usa un soplete para darle forma a la esfera. El globo, la campana, el hongo y el angelito son algunas de las formas que los pulmones de los artesanos consiguen al soplar por el bulbo y manipular el vidrio con el calor del fuego a 300 grados centígrados.

Una vez que se tiene hecha la estructura de la esfera se pasa al metalizado, proceso en el que otro de los artesanos le da el tono plateado a las esferas usando ácidos como nitrato de plata y ácido sulfúrico.

De ahí, viene la parte colorida. Se sumerge en la pintura, para darle la base de color. Una vez hecho esto, es colocada en una varita para que seque.

El decorado es el penúltimo paso donde entra en juego la creatividad e innovación en distintos diseños de los creadores. Depende de cada quien decidir cuál será el toque final de su trabajo. Con la ayuda de pinceles y de sus propias manos, los artesanos ocupan pinturas, brillantinas, solventes, pegamentos y decoraciones especiales que le dan el toque vivo y llamativo a estas piezas de arte popular.

Finalmente, “cuando están decoradas y secas se procede a encasquillar”, menciona Jessica señalando el metal que se encuentra en la parte superior de cada esfera, en el que se inserta el gancho para colgarlas en el árbol de navidad.

Y ahora sí, están listas para ser empaquetadas y llevarlas al local de Jessica o en su defecto venderse en el extranjero.

Aunque en el pequeño taller pasan casi todo el año trabajando en la producción de esferas, para ellos la temporada más alta casi siempre inicia en septiembre. Año con año aumentan la producción, pues a pesar de que la mayoría de los consumidores son mexicanos, el taller de los Gutiérrez también exporta a otras partes del mundo como Estados Unidos y Europa.

En su taller como en muchos otros del pueblo no están a favor de los productos chinos hechos con materiales de plástico, es por eso que todos los materiales que utilizan para la elaboración son mexicanos a excepción del vidrio “no hay un vidrio mexicano con el cual se pueda hacer la esfera, el vidrio es brasileño.”

“Mucha gente dice, no compramos la de vidrio porque se nos rompe, me llegan a preguntar: ¿tienes esferas de plástico? Pues no, porque es esfera china. Hay polémica porque la gente se preocupa porque sus hijos se vayan a lastimar”. Sin embargo, Jessica sigue con la idea de no comprar materiales chinos para la fabricación del adorno.

El precio de una caja de esferas de los Gutiérrez va de los 10 a los 300 pesos y un paquete con 12 esferas hechas en el pueblo mágico cuesta cerca de 170. En comparación con los centros comerciales donde una esfera de plástico hecha en China puede costar hasta 30 pesos cada una y los paquetes con 6 rebasan los 70 pesos.

La hija de los productores trabaja vendiendo esferas desde hace nueve años y dice sentirse orgullosa de no dejar morir la tradición. La historia de su taller data de hace más de 40 años, cuando Don Gregorio trabajaba para el Señor Rafael Méndez Núñez, quien fundó el primer taller de esferas de Chignahuapan en 1970. “Como todo trabajador, (mi padre) aprendió y quiso independizarse”, comenta Jessica quien sonríe mientras toma una caja de esferas para acomodarla sobre la mesa.

La familia Gutiérrez González no son el único taller de la zona, en Chignahuapan existen alrededor de 400 talleres y fábricas dedicadas a la producción aresanal y venta de este producto navideño. Uno de ellos es ANVISA, El Castillo de la Esfera, una de las fábricas más importantes en el mercado de esferas de vidrio soplado y otros productos navideños del mismo material. Dicho lugar se dedica a este negocio desde hace 22 años y a pesar de tener una maquina metalizadora para llevar a cabo el segundo paso de la creación, siguen trabajando el resto del proceso de manera totalmente artesanal.

El pueblo mágico en Puebla es un acercamiento con el color y la alegría de la zona, donde se encuentran personas que como Jessica y su familia dan felicidad y color a la Navidad pero sobre todo son la prueba fiel de que Chignahuapan es el gran taller de esferas de México.

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