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La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es vista desde el exterior como una casa de estudios con prestigio en el ámbito internacional, pero con desafíos que resolver.

Los rectores de la Universidad de Sao Paulo, Marco Antonio Zago, y el de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, así como el especialista Philip Altbach, profesor investigador del Centro para Educación Superior Internacional, de la Escuela Lynch de Educación de Boston hablaron con EL UNIVERSAL acerca de los retos de la UNAM.

Coinciden en que el desafío de la institución es mantener o incrementar la calidad de su contribución a la sociedad, a la investigación y a la innovación, sin que esas actividades sufran perjuicios en virtud del gran número de estudiantes.

Advierten que debe continuar formando a las capas sociales más desfavorecidas pero también a las élites que tienen que dirigir el país.

“Tiene que ser un factor de progreso y de bienestar para su entorno más inmediato, para todo el país y para todas las regiones, creo que ese es el papel de la universidad, la contribución intelectual hacia lo que debe ser el modelo de país y el modelo de sociedad”, dice Hernández Ruipérez.

Para Zago los tres mayores retos que las universidades de América Latina deben enfrentar es el acceso amplio, la calidad de enseñanza y pertinencia de investigación a la economía local.

“Estas son cuestiones particularmente importantes en América Latina, donde las universidades pueden representar las fuerzas que conduzcan a los cambios sociales y económicos que nuestros países se esfuerzan por lograr”, indica.

Desde España, se mira que el reto de la educación superior en América Latina no es muy diferente del resto de la educación superior en otras regiones del mundo.

“El reto es conseguir una nueva generación de personas muy bien formadas con capacidad de empleo, personas que sean capaces de liderar la sociedad de sus países en el futuro y de desarrollar tareas profesionales del más alto nivel que permitan a esos países progresar cada vez más”, dice Hernández Ruipérez.

Los datos de los especialistas señalan que la expansión del acceso a la universidad caracteriza a las grandes economías de América Latina. Entre 1970 y 1990 la matrícula de la educación superior aumentó de 220% a 470% en Brasil, Argentina, Chile y México.

En Brasil, país que tiene 200 millones de habitantes, hay 7.3 millones de estudiantes universitarios, un crecimiento de 25 veces en los últimos 50 años. El reto consiste en garantizar que ningún estudiante sea excluido del acceso por razones económicas, de origen étnico o de clase social.

Coinciden por ello que la UNAM ha contribuido de manera importante a la atención de la demanda de educación superior.

Para Philip Albatch, los dos desafíos de las universidades de América Latina son los mismos que las que están en países que tienen ingreso medio o llamados emergentes: asegurar el buen acceso y que la calidad sea eficiente e incrementar la cobertura para los estudiantes que quieren estar en la educación superior y que son requeridos en la economía global del conocimiento o quieren conseguir un trabajo.

“Las universidades que se dedican a la investigación en América Latina pueden competir con las mejores del mundo”, dijo.

Albatch advierte que en América Latina el problema que ha surgido es el aumento de universidades privadas de cuotas altas que no tienen buena calidad y cuyos estándares son mucho menores.

El especialista considera como una desventaja que las instituciones públicas como la UNAM o la de Buenos Aires, frente a las privadas, no tengan ingreso por colegiaturas.

Señala que la UNAM tiene que estar en los primeros lugares de la lista de las mejores universidades en el mundo. “Puede competir, pero sobre todo se puede colaborar y comprender mejor lo que está pasando. Eso significa que probablemente la UNAM tiene que ser significativamente más pequeña, necesita mayor atención a los que estudian el posgrado”, comenta.

“La UNAM necesita ser una de las mejores universidades del mundo, necesita ser la ventana de México. Necesita más dinero y eso es un lujo que el estado puede cubrir”, dijo.

Refiere que el gobierno del estado de Sao Paulo en Brasil destina 20% de sus impuestos recabados para tres o cuatro universidades que se dedican a la investigación, y cuentan con una gran fundación para la investigación, sostenida con los mismos impuestos.

“Eso permite a estas universidades brasileñas ser las mejores en Latinoamérica, tienen más dinero e investigadores, situación que no se presenta en la UNAM o la Universidad de Buenos Aires”.

Desde la ciudad de Sao Paulo se advierten tres estrategias para las universidades que se dedican a la investigación en la América Latina: la promoción de la investigación interdisciplinaria; el estímulo a los emprendedores, la transferencia de conocimiento y la cooperación.

“En el mundo actual, las universidades ya no son centros aislados de pensamiento, y llegarán a ser más relevantes a medida que más se conectan entre sí. Ya no hay que pensar en una o unas pocas universidades grandes, pero en una gran red de universidades de todo el mundo, con sus diferentes colores o particularidades, según los países o continentes en las que se insertan”, dice Zago.

La Universidad de Salamanca comparte de manera conjunta con la UNAM y el Instituto Cervantes, el proyecto del Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española que otorgará un certificado panhispánico que evaluará los conocimientos del español online en todos los lugares del mundo.

Hernández Ruipérez considera que la UNAM debe hacer cada vez mejor las cosas de manera que aumente su reconocimiento en el exterior a través de un mejor posicionamiento en los distintos rankings internacionales pero, sobre todo, que tenga a través no sólo de ella sino de sus egresados un papel de liderazgo y de influencia en el propio país.

“Los rankings efectivamente dan una visión parcial de las universidades, lo que no significa que no debamos de tenerlos en cuenta. Están muy orientados hacia un modelo de universidad más parecido al modelo anglosajón y en ese sentido las instituciones iberoamericanas tenemos mayor dificultad, es verdad que hay que estar atentos a los rankings y que tenemos todos que hacer estrategias para ir mejorando en posicionamiento”, dijo Hernández.

“Son una vía para que mejoremos internamente, es cierto que Sao Paulo está muy bien en algunos aspectos, pero también la UNAM está muy bien en otros, son dos grandes universidades de referencia de América Latina, probablemente la otra es la de Buenos Aires, las tres muy buenas aunque de manera diferente, tenemos que preocuparnos por los rankings, pero no obsesionarnos por ellos”, refiere.

Desde un perfil más regional, Zago señala que la UNAM y las Universidades de Buenos Aires, Sao Paulo y Chile ocupan posiciones de liderazgo en América Latina y deben continuar en esta vía por las próximas décadas.

“De ellas depende la defensa de un perfil de ´universidad latinoamericana´, con características particulares que la distinguen, debido a la cultura y a las necesidades propias de nuestra región”, señala.

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