Nos dicen que una de las estrategias de Andrés Manuel López Obrador para poder llegar con fuerza al 2018 es cuidarle las manos a los funcionarios públicos emanados de Morena y en caso de que alguno de ellos cometa algún acto de corrupción sea objeto de una política de tolerancia cero.

El ejercicio de gobierno, nos dicen, ha generado que en Morena estén pendientes de las administraciones de sus militantes. En especial de los jefes delegacionales en la CDMX y sus equipos de trabajo, así como de sus legisladores en los diversos congresos de país.

Aseguran que la importancia de este tema es crucial para la campaña de 2018 en Morena pues es el eje de la oferta política en la que buscarán diferenciarse del PRI, PAN y PRD, que han tenido sonados casos de corrupción.

Ahora el reto es que en el tiempo que falta para la contienda electoral ningún Moreno o alguno de sus cercanos caiga en actos de corrupción, y ya ha habido algunos sustos en este terreno, nos comentan.

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