¿No teme que su Presidencia sea recordada más por temas como Tlatlaya, Ayotzinapa o el de la Casa Blanca, que por sus reformas?

—Mira, no me corresponde hacer una calificación ni, sobre todo, definir cuál será el legado de esta administración.

Creo que como ha sido tarea de todo Presidente, y debo decirlo porque así lo siento, mi compromiso es hacer mi mayor esfuerzo para que a México le vaya bien.

Nadie llega a esta tarea, a la responsabilidad de ser presidente, no lo he hecho yo, buscando cómo impido que México avance o qué frenos le pongo a México. Todo lo contrario. Mi dedicación, mi empeño, mi entrega ha sido para que a México le vaya mejor, para que podamos avanzar, para que podamos romper obstáculos.

Y será, a final de cuentas, la sociedad la que determine si he cumplido con tal propósito. Yo me fijé objetivos, hice compromisos específicos. Asumí una tarea y una visión de hacia dónde debíamos transitar como nación, y creo que hemos venido avanzando y siendo coherentes con esa ruta trazada.

Hemos impulsado cambios, reformas, venimos derribando obstáculos. Y creo que en esta medida se está procurando bienestar para la sociedad mexicana.

Esa será para mí la satisfacción que podré tener, el haber logrado avanzar en este propósito, y quedará en el juicio de la sociedad determinar si así se ha cumplido, a satisfacción, con lo que me comprometí siendo candidato, y una vez asumiendo la Presidencia de la República.

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