Ninguna de las actuales reformas perdurará tanto en el tiempo y tendrá un impacto tan grande en las nuevas generaciones como la reforma educativa. Su envergadura es tan vasta y ambiciosa, que necesariamente requiere de una construcción colectiva y de largo aliento.

No es casualidad que la reforma a la educación haya sido la primera gran iniciativa de la actual administración. En la OCDE somos el país que tiene la más alta nómina magisterial, pero también de los que más alumnos reprobados tiene. El presidente Peña Nieto identificó este tema como uno de los grandes desafíos nacionales, que valía la pena afrontar a pesar de los grandes costos que podría tener; reconociendo que gobiernos anteriores no lo habían hecho por resistencias e intereses creados.

Hoy ya empezamos a ver sus beneficios. Sólo con transparentar y centralizar la nómina magisterial ahorraremos 9 mil millones de pesos, para invertirse en los nuevos programas de escuelas dignas o de becas, y que los recursos beneficien directamente a los estudiantes.

Además, ya se evaluaron a 39 mil maestros de educación básica y a 29 mil de media superior. De ahora en adelante, las evaluaciones permitirán capacitar a quien lo necesite y premiar a los que sobresalgan. La plaza que antes se vendía o se heredaba, desde el lunes pasado se concursa, y la obtiene el maestro que se prepara y se esfuerza para ser mejor pedagógica y académicamente.

La reforma educativa construye los cimientos de una nueva cruzada por la enseñanza, como la que en 1920 emprendió José Vasconcelos para lograr “una enseñanza directa de parte de los que saben algo, a favor de los que nada saben… que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaje y la potencia de cada cerebro que piense”.

De ahí la importancia de los Programas de Gestión Escolar y los Consejos de Participación Social, que involucran a la sociedad y a los padres de familia en el día a día de la vida escolar. Asimismo, el Sistema de Información y Gestión Educativa nos permitirá identificar y trabajar por las necesidades de 23.5 millones de alumnos y 1.8 millones de maestros.

Con la evaluación docente no se trata de pasar exámenes para conservar una plaza; su verdadero legado es la transformación de las prácticas y las mentalidades de quienes están al frente del salón de clases. Ser maestro es más que un trabajo; es una vocación, una forma de vida.

Necesitamos que los nuevos maestros, que se deben a sus alumnos y a la sociedad, enseñen con el ejemplo, con una actitud ética y responsable, lejos de agresiones y disturbios. Necesitamos contar con un sindicato que luche por sus derechos, no por sus privilegios; que recupere el prestigio de la vocación docente.

Una vez que la SCJN avaló su constitucionalidad, la Reforma Educativa pasó de ser un tema del gobierno federal, SNTE y CNTE, a ser un tema de la sociedad toda. Cada padre de familia debe ser su promotor y defensor, es nuestra responsabilidad!

Coordinador general de Puertos y Marina Mercante.

guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com

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