Por primera vez un ayuntamiento gobernado por la izquierda radical vasca , hija sentimental de Batasuna , el partido ligado durante décadas a al grupo terrorista ETA , ofreció esta semana en el País Vasco un homenaje a vecinos asesinados por la banda.

Se trata de un paso histórico en el proceso de reconciliación vasco. Desde que ETA dejó la actividad armada hace cinco años, en España hay un intenso debate sobre las responsabilidades que deben asumir el entorno de la banda y sus antiguos simpatizantes por los más de 800 muertos y los miles de dramas que dejó tras de sí.

Hasta ahora la posición que había tomado la izquierda nacionalista era la equidistancia, homenajeando siempre en conjunto a las víctimas de ETA y a los muertos por acciones o abusos policiales.

Por eso la acción del ayuntamiento de Errenteria este miércoles tuvo un valor especial. El ayuntamiento (de EH Bildu , formación heredera de Batasuna ) homenajeó a tres vecinos asesinados por ETA entre 1984 y 1998. Manuel Zamarreño y José Luis Casco , dos concejales del Partido Popular , y Vicente Gajate , un guardia municipal afiliado al Partido Socialista .

El alcalde, Julen Mendoza , pidió “perdón” en nombre del consistorio y en el suyo propio por no haber estado “a la altura de las circunstancias”. Propuso “recuperar a la persona y renunciar a la imagen de enemigo” y aseguró: “Haremos todo lo que esté en nuestra mano para que no se vuelva a repetir”.

Al pionero homenaje asistieron representantes de todos los partidos, fue consensuado con las familias de las víctimas y atendió a su deseo de ser “sincero y verdadero”. El acto estuvo lleno de lágrimas y emociones, especialmente cuando familiares leyeron semblanzas de los difuntos y recordaron los años de hostigamiento etarra en el pueblo.

Naiara, la hija de Manuel Zamarreño, se emocionó al recordar la vez que su padre la llevó al hospital cuando se rompió un brazo poco antes de que él fuera asesinado. Concluyó su discurso entre aplausos: “Es el espejo en el que me miro y me encanta reconocerme en él”.

La viuda de Vicente Gajate celebró mediante una misiva el espíritu de reconciliación: “Estoy segura que a él le hubiera gustado este acto”.

El alcalde, promotor de la iniciativa, fue el último en tomar la palabra. Aseguró que su intención era “intentar sentir como propio el dolor que hemos sentido como ajeno, conscientes, no obstante, de que el daño producido es irreparable”. “Sólo espero que hayamos aliviado aunque sólo sea en parte, un poquito el dolor de estas tres familias”, dijo.

Consideró que a todos los implicados en el conflicto les faltó empatía. “Y creo sinceramente, y lo digo con absoluta honestidad que también a mí me faltó imaginación suficiente para ver el dolor más allá del propio”.

A pesar de la carga sentimental de este acto y de los avances en el asentamiento de la convivencia, en el País Vasco se continúa viviendo una guerra fría entre los partidarios de no hacer mención los enfrentamientos del pasado porque todos perdieron en ellos, y quienes piensan que los antiguos defensores de ETA deben reconocer su responsabilidad y la inutilidad y crueldad de la lucha armada.

La polémica es tan intensa que el libro más vendido de los últimos años y protagonista de todo un fenómeno cultural en España es Patria, del escritor vasco Fernando Aramburu. Aramburu, que se exilió en Alemania, narra el arrinconamiento de quienes no comulgaban con las ideas de ETA . Una de las escenas más emotivas de la obra es la recreación del asesinato de Manuel Zamarreño en Errenteria cuando regresaba de comprar el pan.

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