Donald Trump visitó este lunes por la tarde el Muro de los Lamentos, en Jerusalén, convirtiéndose en el primer presidente estadounidense en ejercicio que acude a este lugar sagrado del judaísmo.


Trump posó su mano en el Muro y, siguiendo la tradición, colocó un trozo de papel entre las piedras. Los fieles suelen escribir oraciones o votos en los mensajes que dejan en ese lugar. 
El 45º presidente de Estados Unidos escribió luego unas palabras en un gran libro destinado a ese fin.


Ningún responsable israelí lo acompañó en su visita al Muro. Su presencia habría podido ser interpretada como un reconocimiento por Estados Unidos de la soberanía de Israel en este lugar, y Washington piensa que el estatuto diplomático de Jerusalén aún tiene que negociarse.


El Muro de los Lamentos se encuentra en Jerusalén este, la parte palestina de la ciudad santa ocupada por Israel en 1967 y anexionada en 1980.


Israel considera Jerusalén como su capital "indivisible", mientras que los palestinos quieren convertir Jerusalén este en la capital del Estado al que aspiran.


En el Muro de los Lamentos, la mujer y la hija de Trump, Melania e Ivanka, que también es su consejera en la Casa Blanca, se dirigieron a la parte reservada a las mujeres. 
Tras haber rezado, Ivanka Trump, convertida al judaísmo, derramó unas lágrimas.


Antes de esta visita histórica en el lugar de rezo más sagrado para los judíos, Trump y su familia habían visitado el Santo Sepulcro, el sitio más sagrado del cristianismo, que también se sitúa en Jerusalén Este.

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