Los conservadores de Estados Unidos recuperaron ayer el control de la ideología del Tribunal Supremo tras la jura de cargo de Neil Gorsuch, el nuevo juez que cubrirá la vacante del fallecido Antonin Scalia.

Gorsuch juró dos veces su cargo: uno de forma privada, con todo el procedimiento requerido por ley, y el otro de carácter más protocolar en el jardín de la Casa Blanca acompañado del presidente Donald Trump.

“No tengo dudas de que las decisiones que tomará no sólo protegerán nuestra Constitución hoy, sino a muchas generaciones”, aseguró Trump.

La confirmación de este magistrado, de 49 años, para el cargo vitalicio de juez del Supremo es el primer y único triunfo del magnate desde que llegó a la Casa Blanca.

El arribo de Gorsuch al Supremo se da tras una batalla política que lo convirtió en el primer juez en ser aprobado por el menor margen de senadores de la historia, mayoría absoluta gracias al control republicano del Congreso, pero lejos de la cualificada de 60% de la cámara.

La negativa de la mayoría de congresistas demócratas obligó a sus rivales a invocar la denominada “opción nuclear” para modificar la normativa interna para siempre.

“Estoy muy honrado por la confianza depositada en mí. Nunca olvidaré que a quien mucho se da, mucho se espera. Prometo que haré todo en mi poder para ser un fiel servidor de la Constitución y las leyes de esta gran nación”, dijo Gorsuch, quien ya tiene desde ayer voz y voto en el Supremo, y por tanto puede impactar sobre los casos.

El periodo actual del Supremo concluye en junio, y hasta entonces el nuevo juez volverá a desequilibrar la balanza ideológica en favor del conservadurismo (5-4). Es ultraconservador y originalista —tendencia que interpreta la Constitución por su significado literal al escribirse—.

Ya existen múltiples casos en los que Gorsuch podrá pronunciarse. Entre ellos, el del adolescente mexicano asesinado en la frontera por un agente estadounidense. Hace pocas semanas los jueces del Supremo tuvieron la audiencia sobre el caso, y se espera una resolución en breve. Gorsuch, al no haber estado presente en la escucha de alegatos, podría decidir no intervenir en la decisión, aunque también podría revisar el caso por su cuenta y emitir una valoración como miembro de pleno derecho del tribunal.

También hay asuntos sobre libertad religiosa, en casos como el que pone en cuestión las subvenciones de dinero público a la Iglesia; así como la posibilidad de portar armas en lugares públicos.

La primera gran prueba de fuego será cuando llegue al Supremo el veto a refugiados e inmigrantes de países de mayoría musulmana, un episodio que seguro se producirá independientemente de la resolución a la que se llegue en los Tribunales de Apelaciones en los que están ahora las múltiples congelaciones del decreto. Todo eso, a no ser que decida inhibirse de alguno de los casos, lo que podría devolver el empate en el seno del Supremo entre progresistas y conservadores.

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