El primer plan presupuestario de la era Donald Trump se dio a conocer de forma oficial con los lineamientos que se esperaban: predominancia e incremento del presupuesto para áreas de defensa y seguridad, y recortes en todos los demás aspectos, principalmente medio ambiente, diplomacia y programas sociales.

La propuesta, todavía líneas generales de lo que será en realidad, es un cambio radical en la política de Estados Unidos de las últimas décadas. “Este es el mensaje que el presidente quiere mandar: más dinero para defensa, para el refuerzo de la frontera, para las fuerzas del orden en general, para los veteranos”, dijo el director de la oficina de presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, en la presentación de un plan “de poder duro, no blando, y es algo intencionado”.

El nacionalismo, proteccionismo y militarismo de las promesas de Trump se han convertido en cifras. “El presidente dijo que se iba a gastar menos dinero en la gente de fuera y más en la de casa”, señaló Mulvaney.

La defensa del país, ya sea con el ejército o con el refuerzo de las fronteras —incluido el muro en el límite con México—, son el pilar fundamental de un presupuesto en el que los únicos tres departamentos que incrementan sus partidas presupuestarias son Defensa (10%), Seguridad Nacional (7%) y Asuntos de Veteranos (6%).

El más beneficiado es el Pentágono, con 52 mil millones de dólares de incremento presupuestario (hasta los 639 mil millones). La justificación es la necesidad de acelerar la lucha contra el yihadismo (especialmente el Estado Islámico) y la actualización de unas Fuerzas Armadas que Trump no para de repetir que están anticuadas y sin los recursos (munición, armamento, etc.) necesarios. Entre ellos, nuevos aviones F-35.

En cuanto al muro y las deportaciones, todas las filtraciones se oficializaron: 4 mil 100 millones de dólares en dos años para la fase inicial de construcción de la barrera en la frontera, y 314 millones para reclutar los mil 500 nuevos agentes fronterizos y equipos de migración. “De dónde saldrá ese dinero [para las propuestas del muro y la frontera] ya no depende de mí”, regateó Mulvaney, esquivando dar detalle de qué departamento verá afectados sus fondos para costear esas promesas electorales de Trump, quien el miércoles aseguró que ya las fronteras de EU se “han vuelto extremadamente fuertes” gracias a sus políticas.

Hacer frente a todo ese gasto extra en defensa y seguridad implica que el resto del gobierno sufrirá recortes, algunos casi traumáticos, pero acorde con la filosofía del nuevo presidente.

La lucha contra el cambio climático sufrirá un descenso de 31% en sus fondos ya que, para la nueva administración, “es considerado una pérdida de dinero”. El Departamento de Estado, brazo diplomático e imagen de EU en el mundo, pierde 29%, especialmente en todo lo referido a ayuda internacional y programas de cooperación. La máxima de “Estados Unidos primero” se cumple a rajatabla.

Pero los que más se verán afectados son los estadounidenses de clases más bajas y menos recursos.

Los programas sociales no serán prioritarios para el gobierno de Trump para el año fiscal que iniciará el próximo 1 de octubre, y todas aquellas iniciativas destinadas a los más pobres y por los que la administración no ha visto “resultados” serán eliminados. “No podemos gastar dinero en programas que suenen bien. (…) No vamos a dar dinero a programas que no funcionan”, resumió Mulvaney.

Se harán pedazos o destruirán la mayoría de programas de ayudas a la vivienda, subsidios de alimento o pago de facturas de servicios básicos, e incluso programas de alimentación para escolares en riesgo. Todos ellos por la “falta de resultados concretos” sobre el buen desempeño.

La otra parte que sufrirá un recorte masivo será todo aquello relacionado con educación, arte y ciencia. Incluso desaparecen programas enteros, como las subvenciones al arte y la ciencia, y a la radiotelevisión pública. Según las estimaciones, será la mayor reducción de programas federales desde la Segunda Guerra Mundial.

Las cifras, sin embargo, no son definitivas. El plan pasa ahora al duro debate en el Congreso, que tiene la última palabra para determinar cuándo abre la caja fuerte y a dónde va cada dólar. Los legisladores batallarán por cada centavo en función de sus convicciones y las demandas de sus constituyentes.

El plan, además, es todavía muy superficial y faltan muchos detalles. El presupuesto final, especificado hasta el milímetro, no se presentará hasta mayo.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses