Bruselas.— Los promotores de la salida del Reino Unido de la Unión Europea sufrieron ayer un doloroso revés en los tribunales.

La Suprema Corte de Justicia dictaminó que la administración de la premier Theresa May no podrá iniciar el proceso del Brexit hasta contar con el aval del Parlamento.

“Por una mayoría de ocho a tres, la Suprema Corte de Justicia determina que el gobierno no puede activar el Artículo 50 sin una ley del Parlamento que lo autorice”, dijo el juez David Neuberger, presidente del máximo tribunal civil británico, al dar lectura al fallo.

Los magistrados decretaron que la salida del bloque producirá cambios constitucionales fundamentales al constituir un rompimiento con el derecho comunitario, “por lo que se requiere que tales cambios sean claramente autorizados por el Parlamento”. Según medios británicos como la BBC, el proyecto para activar el Artículo 50 sería presentado este jueves.

El tribunal también declaró que sólo se pronunciará el Parlamento de Gran Bretaña (Cámara de los Comunes y Cámara de los Lores), y no los Parlamentos de Irlanda del Norte, Escocia y Gales, como éstos exigían.

El gobierno escocés saludó el fallo, si bien se mostró decepcionado por el hecho de que la corte no considerara obligatorio consultar a escoceses, galeses y norirlandeses.

El pronunciamiento confirma el emitido por la corte en noviembre pasado en respuesta a una solicitud ciudadana, y que fue apelado por el gobierno argumentando una interpretación errónea de la ley.

Para Anand Menon, director del think tank The UK in a Changing Europe, la decisión aclara quién tiene la autoridad en la salida del país de la UE, es decir, el Parlamento y no el Ejecutivo, que hasta ahora había tenido el monopolio en las conversaciones con Bruselas invocando poderes oficiales conocidos como prerrogativa real tras el referéndum de junio pasado en el que 51.9% de los británicos apoyó abandonar el bloque.

“Corresponde a nuestros políticos decidir si inician el proceso y qué condiciones, de haber, impondrán a la Primer Ministro”, sostiene el profesor de política europea del Kings College London.

Las reacciones de euroescéptico gabinete de May no se hicieron esperar. El titular de Exteriores, Boris Johnson, urgió al Parlamento “cumplir con la voluntad del pueblo”.

Es evidente la prisa en la bancada de May, quien se fijó el 31 de marzo como tope para iniciar el proceso de separación de la Unión.

Si bien la mayoría en Westminster parece estar de acuerdo con el Brexit, los legisladores podrían aprovechar los poderes adquiridos para tratar de influir en el procedimiento y las condiciones para abandonar la Unión.

Eso podría complicar los tiempos fijados por Downing Street, así como los planes de May, quien está dispuesta a pactar un duro divorcio si Bruselas insiste en condicional el acceso al mercado único a la libre circulación de personas.

El líder laborista Jeremy Corbyn, ha sido muy claro: no “frustraremos el Brexit”, dijo, pero tampoco van a permitir que los conservadores “lo aprovechen para convertir a Gran Bretaña en un paraíso fiscal de bajo costo frente a las costas de Europa”. En tanto que el Partido Nacional Escocés adelantó que pondrá sobre la mesa “serias y sustantivas” enmiendas.

También existe, aunque remoto, el riesgo de que un eventual bloqueo del Brexit provoque elecciones generales anticipadas, lo cual podría comprometer la futura composición del Parlamento.

El pronunciamiento de la Suprema Corte, el más controvertido emitido desde que entró en funciones en 2009, no podía llegar en peor momento para May, quien se prepara para relanzar las relaciones especiales entre Gran Bretaña y Estados Unidos.

May tiene previsto viajar el viernes a Washington para convertirse en el primer Jefe de Estado que se reúne con el presidente estadounidense Donald Trump, quien ha dicho que la decisión de salir de la UE fue algo inteligente y se traducirá en “gran cosa” para los británicos.

Con su visita, May quiere darle un nuevo impulso a la campaña dirigida a reivindicar al Reino Unido post-Brexit como un actor global e independiente del bloque europeo.

También pretende colocar a Londres en una posición privilegiada frente al resto de Europa, pactando un acuerdo comercial “exprés” entre EU y Reino Unido, una vez éste salga del club comunitario.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca dijo antes de tomar posesión que el acuerdo comercial con Londres será una prioridad; su predecesor, Barack Obama, había advertido que si los británicos salían de la Unión deberían esperar al final de la fila.

EU y la UE iniciaron pláticas para un acuerdo de libre comercio e inversiones en 2013, pero las negociaciones peligran por la probable política comercial proteccionista que pretende instrumentar Trump.

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