I mplacable negociante de las lealtades de poder, es un de-purado coleccionista de los timones políticos. Temible manipulador de las componendas partidistas, es un riguroso cobrador de los beneficios prometidos. Inclemente promotor de las necesidades rivales, es un hábil vendedor de las abultadas prebendas.

Pero también es un típico güegüence, el otro nicaragüense que cada nicaragüense carga por dentro como herencia de una picardía indígena. El güegüence es de faz cambiante, de doble rostro y se burla y se lamenta de sus tragedias: en unos ratos es cálido y astuto y en otros es desconfiado y presumido o exagerado y cómico y suspicaz y atrevido. El presidente José Daniel Ortega Saavedra a veces es así y a veces no.

Nacido el 11 de noviembre de 1945 en La Libertad, en el central departamento (estado) de Chontales, hijo primogénito de Daniel y Lidia y hermano mayor de Humberto y de Camilo (caído mortalmente en la guerra en 1978), disfruta los saldos de sus actitudes de implacable, temible e inmisericorde para dirigir y combinar a su antojo los mandos de los poderes Ejecutivo, Judicial, Legislativo y Electoral con los del ejército y el de la policía.

Ortega cumplirá 71 años cinco días después de que, con su esposa, Rosario Murillo de 65, como candidata a vicepresidenta en el ahora ex guerrillero y gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), compita de nuevo por la presidencia de Nicaragua.

El enganche Ortega-Murillo es seguro ganador de la contienda, por lo que el actual presidente podrá reelegirse por tercera vez consecutiva —con derecho de indefinida— y el 10 de enero de 2017 asumirá un nuevo mandato de cinco años. Ortega llegará a ese nuevo paso luego de una prolongada carrera política de más de 53 años, de escasos estudios pero de intensa actividad.

Tras ingresar con 18 años a la Universidad Centroamericana, en Managua, Ortega se unió al FSLN —fundado en 1961 en la clandestinidad— y después acudió a la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, en Moscú, centro de adiestramiento de la subversión comunista para el Tercer Mundo en las décadas de 1960 y 1970.

Con 22 años, Ortega cayó preso con un comando armado del FSLN que en 1967 asaltó un banco para atizar la lucha insurgente contra la dictadura somocista, instalada en 1934 y ya presidida por Anastasio Somoza Debayle, el último de la dinastía y asesinado en 1980, en Paraguay.

Durante siete años estuvo encarcelado en mazmorras del somocismo hasta que, en diciembre de 1974, otro comando sandinista se tomó en Managua la mansión del banquero José María Castillo Quant, muerto en el ataque y cercano a Somoza Debayle, y mantuvo como rehenes a relevantes somocistas y a parientes del dictador.

A cambio de los rehenes, los sandinistas exigieron a Somoza que liberara a Ortega y a otros siete presos sandinistas, pagara medio millón de dólares de rescate y pusiera a disposición una aeronave para viajar a Cuba. El dictador cedió.

De regreso a la clandestinidad en Costa Rica, Ortega fue uno de los nueve comandantes del FSLN que dirigieron la fase final de la insurrección armada en 1978 y 1979 que provocó la caída del somocismo.

Ortega fue líder del FSLN que asumió en julio de 1979 con el triunfo bélico, primero como jerarca de una junta revolucionaria de gobierno y luego como presidente, al ganar los comicios de 1984 y asumir en enero de 1985 para gobernar hasta abril de 1990, tras una derrota electoral en febrero de ese año que lo obligó a entregar el poder. Sometida al asedio bélico de Estados Unidos, Ortega y la cúpula de la revolución sandinista pasaron a la oposición. Sin éxito, Ortega compitió en los comicios de 1996 y 2001 y ganó los de 2006 y luego los de 2011, para convertirse en implacable, temible e inclemente en su accionar político.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses