Todos los ojos estarán hoy pendientes del encuentro entre el presidente Barack Obama y el líder ruso, Vladimir Putin, en el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

Nunca como hoy el encuentro entre dos líderes es tan critico como indispensable. La guerra en Siria, que ha expulsado a casi 5 millones de personas que hoy son parte de ese éxodo de refugiados que se extiende hasta Europa, obliga a ambos mandatarios a dialogar para tratar de evitar el colapso de una nación y el triunfo de las fuerzas del Estado Islámico (EI) que se han convertido en la nueva amenaza para la seguridad de EU y sus aliados europeos.

Para nadie es un secreto la mala química que siempre ha habido entre Putin y Obama. Las afrentas del pasado, en crisis militares como la de Ucrania, han demostrado que el líder ruso no es digno de la confianza del presidente Obama.

Sin embargo, nunca como hoy Obama necesita de Putin, de la misma forma en que el líder ruso necesita de su adversario estadounidense. Obama sabe que, sin Putin, difícilmente conseguirá poner un alto a la guerra que ha durado más de 4 asó en Siria, poniendo en jaque a un país vecino como Irak que sigue bajo la amenaza de una guerra civil y posiblemente la fragmentación de esa nación.

El trabajar con una agenda distinta en Siria sólo ha beneficiado a las fuerzas del Estado Islámico (EI) que se han hecho con el control de pueblos enteros y pozos de petróleo en Irak y Siria.

Por tanto, del encuentro de este lunes en Nueva York depende el futuro de la seguridad en Irak y Siria y el margen del que seguirá disponiendo el EI para seguir operando desde esas naciones y tramando sus ataques terroristas contra EU y sus aliados en Europa.

En el caso de Putin, las sanciones que le han sido impuestas por la coalición de naciones que encabeza EU, para castigar su anexión de Crimea y la guerra de baja intensidad que patrocina en Ucrania, le han colocado en una posición de debilidad.

El desplome en el precio del petróleo, del que depende en buena medida la economía rusa, y el bloque de las sanciones impuestas, comienzan a ejercer una presión que amenaza con menguar el poder y la popularidad de Putin dentro de su propio país.

En este contexto, el esperado encuentro entre Obama y Putin puede tener consecuencias de largo alcance para las dos naciones. La pregunta es si, acaso, ambos líderes serán capaces de dejar atrás las afrentas del pasado y los recelos de siempre para trabajar en favor de una sola causa en común.

Otro de los protagonistas en el arranque de la 70 Asamblea General de la ONU, es el presidente de Irán, Hassan Rouhani, quien ha sido un viejo aliado de Siria y, además, resulta un socio indispensable para la futura estabilidad de Irak.

Rouhani, quien ha pilotado la más decisiva negociación con EU y sus aliados europeos (además de Rusia), para permitir la supervisión de su programa nuclear a cambio de levantar sanciones, se ha convertido en un extraño compañero de viaje de Barack Obama y en un potencial aliado para tratar de salir al paso de la guerra y la crisis humanitaria que ha durado demasiado tiempo en Siria, expulsando a millones de refugiados por todo el mundo y desplazando a otros millones dentro de su propia nación.

¿Estarán todos los líderes políticos a la altura de las circunstancias?.

Sólo el tiempo lo dirá.

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