Que John Boehner, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja, llore en público no es noticia. Sin embargo, sí lo es que lo haya hecho mientras el papa Francisco defendía a los migrantes, o cuando pedía un mayor compromiso contra el calentamiento global.

Sobre todo tratándose de un político que siempre ha ido en contra de la doctrina social y medioambiental del Sumo Pontífice.

“Para mí que fueron lágrimas de cocodrilo. El señor Boehner llora ante el Papa pero se muestra implacable ante nosotros”, aseguró Rosa López, una mujer de origen mexicano que se aproximó al Congreso para saludar al Pontífice.

Las imágenes de Boehner conmovido y conteniendo el llanto mientras el Papa pronunciaba su discurso, o echando mano del pañuelo cuando el Pontífice saludaba en español a la multitud que lo había esperado durante horas para verlo por unos momentos, mientras se asomaba desde uno de los balcones del Capitolio, fueron una de las anécdotas más sensibles del último día de la visita de Francisco a Washington.

Pero también dejaron al descubierto uno de los grandes problemas que enfrenta el Partido Republicano por su pérdida de contacto con la realidad y su extremismo en temas como la inmigración indocumentada.

Cuando en julio Boehner dijo que era “casi imposible” sacar adelante un proyecto de reforma migratoria y que el presidente Barack Obama había “envenenado el pozo del diálogo” con el Congreso, tras el anuncio de sus órdenes ejecutivas para evitar la deportación de hasta 5 millones de inmigrantes, en la Casa Blanca quedaron convencidos de que Boehner jamás sería un socio confiable en la lucha en favor de la reforma migratoria.

Ayer, mientras Francisco pedía a los miembros del Congreso actuar de forma “compasiva, justa y humana” con los inmigrantes, Boehner parecía un converso de la causa migrante, pero no convenció a muchos.

“De nada sirve que se muestre conmovido con el Papa si luego aplaude los discursos de candidatos como Donald Trump cuando ataca a los inmigrantes y los trata como criminales”, consideró Roberto González, inmigrante de origen salvadoreño que llegó a la capital de EU acompañado de su esposa y sus dos hijas.

Ayer mismo, algunos republicanos dejaron claro que sólo comprenden el debate en favor de una reforma migratoria desde la lógica de la seguridad fronteriza. “Entiendo el mensaje del papa Francisco en el sentido de que tenemos que ver el problema de la inmigración desde una perspectiva moral. Pero también tenemos que garantizar la seguridad de la nación y por ello considero importante mantener abierto el diálogo, pero sin descuidar el tema de la seguridad fronteriza”, dijo el congresista Peter King.

Es este tipo de discurso el que impide creer en un Boehner que llora ante el Papa, mientras el sector más extremista sigue atizando el discurso de odio contra los inmigrantes.

jram

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