Jerusalén.— La policía israelí irrumpió ayer en una plaza frente a la mezquita Al-Aqsa de Jerusalén, en lo que dijo fue un intento de impedir planes palestinos de interrumpir las visitas de judíos y turistas extranjeros en la víspera del Año Nuevo hebreo.

Los oficiales usaron gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento contra jóvenes palestinos, que se atrincheraron en el interior de la mezquita y lanzaron piedras y bengalas, declaró un testigo. El ministro de Seguridad Pública israelí, Gilad Erdan, dijo en un comunicado que los jóvenes tenían bombas caseras. No había rastro de que hubieran sido detonadas.

La Media Luna Roja (equivalente a la Cruz Roja), cifró en al menos 110 las personas que requirieron asistencia médica como consecuencia de la entrada de las fuerzas policiales israelíes en el lugar.

Amin Abu Ghazaleh, responsable de ambulancias de ese organismo, precisó que 20 heridos fueron trasladados a un hospital de Jerusalén Este, entre ellos tres con lesiones en el pecho y uno en la cabeza, informó la agencia local Maan.

La policía israelí informó que sus fuerzas entraron en el recinto sagrado tras recibir asesoramiento de los organismos de inteligencia que advirtieron de que grupos de palestinos se preparaban para provocar desórdenes.

Las fuerzas de seguridad tiraron abajo la puerta principal del santuario musulmán y se hicieron con el control de la zona poco después.

Abu-Ghazaleh se quejó de que las autoridades israelíes impidieron la entrada del personal sanitario y ambulancias al santuario durante aproximadamente una hora y media.

Testigos dijeron que los oficiales israelíes rodearon la mezquita y cerraron sus puertas con “cadenas y barras” antes de comenzar a disparar hacia el interior del edificio, añadieron.

Un grupo de diputados árabes de Israel, liderados por Ahmed Tibi, visitó el lugar horas después donde se desencadenó otro altercado, en esta ocasión a voces, con los agentes.

“Hoy es un día negro en la historia de Al-Aqsa”, se quejó el jeque Azam Jatib, director del Wakf Islámico (organismo que gestiona el patrimonio musulmán en la explanada), que adujo que Israel prohibió el ingreso de fieles musulmanes.

Jatib aseguró que el operativo policial estaba relacionado con una visita al lugar que los judíos conocen como Monte del Templo, de un grupo de activistas de la extrema derecha israelí, entre ellos, el ministro de Agricultura, Uri Ariel, que pretendía rezar en el lugar al alba, como ya ha hecho en otras ocasiones. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, condenó “enérgicamente la agresión de los israelíes irrumpiendo en Al-Aqsa esta mañana con soldados y policía”.

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que su país actuará “con todos los medios a su alcance para preservar el status quo y el orden público en el Monte del Templo” y que tiene “la obligación de actuar contra los que violan la ley, con el fin de preservar la libertad de culto en el lugar”.

El coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Medio Oriente, Nickolay Mladenov, mostró su preocupación ante los incidentes.

“Estoy especialmente preocupado por las provocaciones y la violencia en las proximidades de los sitios sagrados de la Ciudad Vieja de Jerusalén”, aseguró el diplomático en una nota divulgada por su oficina.

Jordania, que custodia los lugares santos musulmanes en Jerusalén Este, junto a Egipto, condenaron el asalto en la mezquita.

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