Un millar de jóvenes noruegos se reunieron hoy en la pequeña isla de Utøya para participar en el campamento estival de las Juventudes Laboristas, decididas a superar el trauma por la masacre cometida hace cuatro años en ese mismo lugar por el fundamentalista cristiano y ultraderechista Anders Behring Breivik.


"El 22 de julio formará parte de la historia de Utøya. Por todo lo que hemos tenido que pasar. Todos esos días difíciles. Pero este día también será siempre parte de la historia de Utøya. El día en el que el campamento de las Juventudes Laboristas volvió a reunirse aquí" , subrayó en su bienvenida el líder de la organización, Mani Hussaini.


El 22 de julio de 2011, tras hacer estallar una furgoneta en el barrio gubernamental de Oslo que causó ocho muertos, Breivik irrumpió en el campamento de la isla y disparó indiscriminadamente hasta matar a 69 personas, en su mayoría adolescentes.


Los dos últimos años la organización decidió celebrar su reunión de verano en la cercana localidad de Gulsrud, pero, subrayó Hussaini, "es bueno estar de nuevo en casa" .


Utøya, a unos 40 kilómetros de Oslo, es propiedad de las Juventudes Laboristas desde 1950, cuando se la donó una confederación sindical noruega.


El campamento, con una participación récord este año y vigilancia policial, se prolongará hasta el domingo y esta mañana contó con la presencia del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, primer ministro cuando ocurrió la masacre y que ya estaba en la isla.


Hoy se unirá a ellos también la ex primera ministra Gro Harlem Brundtland, quien el 22 de julio de 2011 había estado en ese mismo campamento y pronunció un discurso ante los asistentes, antes de desatarse la tragedia.


La mayoría de los participantes en esta edición del campamento acuden a él por vez primera, según la prensa local, pero también se han sumado a él algunos de los supervivientes de la tragedia de 2011.


Aunque la mayoría de los edificios han sido renovados, poco ha cambiado en Utøya en los últimos cuatro años después de que las Juventudes Laboristas abandonaran sus planes de tirar abajo alguno de los escenarios más sangrientos del atentado.


Sigue en pie, por ejemplo, la cafetería y la llamada caseta de bombeo, donde se refugiaron muchos de los jóvenes que participaban en el campamento de hace cuatro años tras oír los disparos; Breivik mató a trece personas en el primero de esos lugares y a catorce, en el segundo.


El pasado 22 de julio Noruega recordó a las 77 víctimas mortales de aquellos atentados, un ataque a toda Noruega y a su modelo de sociedad abierta, una acción "cobarde y miserable" , como manifestó la primera ministra, Erna Solberg.


La conmemoración del cuarto aniversario estuvo precedida de polémica por la inauguración del denominado "Centro 22 de Julio" , una exposición que permanecerá abierta al público en el barrio gubernamental durante cinco años, en la que se muestran vestigios de la matanza.


Ahí están, entre otros objetos, los restos de la furgoneta que Breivik hizo estallar en Oslo, la placa policial que portaba cuando llegó uniformado al campamento juvenil para sembrar el terror o algunos de los teléfonos con los que las víctimas intentaron pedir auxilio.


Breivik, considerado penalmente responsable de los atentados, fue condenado a 21 años de prisión prorrogables de forma indefinida, pena máxima y que puede equivaler a una cadena perpetua, y está recluido en la cárcel de Skien, al sur de Oslo.

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