La pesadilla Trump continúa. En el seno del Comité Nacional del partido republicano RNC no saben qué hacer para contener el ascenso imparable de Donald Trump, un magnate del sector inmobiliario reconvertido en político que se comporta como un macho alfa mientras insulta a diestra y siniestra a todos sus adversarios.

El problema, además, es que mientras insulta y da patadas en la entrepierna a quien se le cruce por el camino, ha convertido en tierra quemada el territorio que los republicanos necesitan urgentemente reconquistar entre los hispanos, las mujeres y los afroestadounidenses para poder ganar la presidencia en noviembre de 2016.

En el último sondeo del periódico Des Moines Register, Donald Trump ha conseguido aumentar su popularidad en el estado de Iowa, ese enclave que siempre ofrece la ventaja de salida a quien intente hacerse con la nominación presidencial del partido republicano.

El hecho de que Trump sea un magnate que ha llegado para desnudar a la clase política, a quien durante varios años ha financiado en sus campañas, sin que ninguno de sus adversarios sea capaz de levantarle la voz, ha conseguido cautivar  a la base electoral del partido republicano, en particular, a la base más conservadora y extremista.

De esta forma, Donald Trump no sólo ha conseguido dejar en evidencia las debilidades de sus adversarios, sino los muchos problemas de un partido atrapado en una profunda crisis de identidad.

El fenómeno Trump tiene a muchos sumidos en el desconcierto y la preocupación. Entre algunos de los más avezados expertos de las contiendas presidenciales, se cruzan apuestas. Algunos de ellos se aferran a su dilatada experiencia, aunque con un reducido margen para el error:

“Si Donald Trump gana la nominación, entonces todo lo que sabemos de contiendas presidenciales está mal”, aseguran.

Otros, en cambio, insisten en que ha llegado el momento de abandonar el estado de negación que tiene entrampado a las cúpulas demócrata y republicana para reconocer que Donald Trump bien puede ser el nominado del partido republicano a la presidencia.

En medio de este ambiente de cruce de apuestas y vaticinios inciertos, el futuro embajador de México en Washington, Miguel Basañez, ha comparecido ante el Senado para vaticinar que Donald Trump va a tener que disculparse con los mexicanos.

No sé ustedes. Pero, yo ya estoy preocupado.

Para quienes conocen a Trump, encontrar un sólo caso en el que el magnate se haya disculpado públicamente es prácticamente una misión imposible. De hecho, pedir disculpas nunca ha estado en el diccionario de Trump.

Sugerir, por tanto, que el magnate tiene un cálculo para el insulto, y otro para la disculpa, demuestra una preocupante falta de contacto con la realidad.

Pero, retornando al tema de las primarias que ya tenemos a la vuelta de la esquina. En el bando demócrata, Hillary Clinton no termina de perder gas. Sus apoyos comienzan a menguar ante el avance del senador por Vermont, Bernie Sanders, quien se consolida en el segundo puesto de las encuestas en Iowa con el 30% del respaldo, frente al 37% de Clinton.

Un elemento adicional para mayor preocupación de la campaña de Hillary es el crecimiento gradual, pero consistente, de los apoyos a favor del vicepresidente, Joe Biden, quien podría hacer oficial su candidatura a la presidencia hacia fines de septiembre o comienzos de octubre.

Según el sondeo de Des Moines Register, Biden consigue el 14% del respaldo entre la base demócrata de Iowa, aún sin haber declarado oficialmente sus intenciones presidenciales.

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