Grecia  y sus socios de la zona del euro estaban ayer a punto de lograr un acuerdo, que establece una serie de medidas draconianas de austeridad que antes rechazaba Atenas y que tendrá que aprobar en las próximas 72 horas para poder iniciar las negociaciones de un tercer rescate.

“Están prácticamente aceptadas todas las condiciones por el gobierno griego”, dijeron fuentes diplomáticas. Atenas asumiría  la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y renunciaría a lograr un acuerdo para una quita de deuda, mientras la eurozona elimina cualquier tipo de referencia a una salida de Grecia del euro, según varias fuentes consultadas.

El eventual acuerdo permitiría a Grecia contar con recursos para las próximas semanas, hasta que se negocie un nuevo programa de largo alcance, por unos 60 mil millones de euros. Estos fondos corresponderían al Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, pero para activarlos se requiere de la aprobación de los 28 socios de la Unión Europea (UE).

Tras 11 horas de negociaciones, los líderes de la eurozona ultimaban así los detalles  del documento  que compromete al primer ministro Alexis Tsipras a lograr  que para la noche del miércoles el Parlamento haya aprobado medidas profundas, incluida una reforma tributaria y de las pensiones.

De cumplirse esta aprobación parlamentaria, los socios estarían dispuestos a dar el mandato necesario para abrir las negociaciones para la concesión de un tercer rescate, que se elevaría a un monto de entre 82 mil y 86 mil millones de euros.

Las acciones prioritarias que Grecia tendría que llevar a cabo incluyen cinco puntos, de los que “cuatro van a ser votados definitivamente para el miércoles, incluidos los ajustes en el IVA, las pensiones y la independencia de la oficina estadística helena Elstat”, indicaron fuentes comunitarias.

El gobierno heleno también debería “comprometerse formalmente” a adoptar reformas “ambiciosas” en el mercado de bienes, liberalizar determinadas profesiones, facilitar los despidos y privatizar la compañía nacional de distribución de energía.

En el documento también destaca la exigencia de “enmendar o compensar legislaciones adoptadas en 2015” sin el consentimiento de las instituciones prestamistas. Ello supone las pocas leyes que el partido de extrema izquierda de Syriza pudo aprobar en sus cinco meses de gobierno.

Según fuentes diplomáticas, Tsipras habría aceptado todas las medidas, con excepción de la transferencia de los activos griegos al fondo en Luxemburgo, que la zona del euro juzga necesario para garantizar que será reembolsada tras un nuevo préstamo a Atenas.

Algunos medios señalaron que  este último punto tenía bloqueadas las conversaciones, que se prolongaron  hasta las primeras horas de hoy lunes.

“Tortura mental”.De acuerdo con The Guardian, la canciller alemana, Angela Merkel, y el  presidente francés, Francois Hollande,  presentaron a Tsipras un ultimátum. “En lo que un funcionario de la Unión Europea describió como ‘un ejercicio de waterborarding mental’... los dos líderes presionaron a Tsipras para lograr  que les garantizara que honrará el compromiso”, indicó el diario británico.

Y según la BBC,  un funcionario que pidió el anonimato señaló que   algunas de las propuestas parecían diseñadas para “ humillar” a Tsipras y a su gobierno de  Siryza 
En una primera reacción al borrador, un funcionario del gobierno heleno dijo: “¿Cómo pueden exigir todas estas medidas a último minuto sin asegurar una línea de vida que nos mantenga hasta la semana que viene?”.

Un funcionario europeo indicó que una reunión del Eurogrupo el lunes podría discutir formas de aportar financiación de emergencia para mantener a Atenas a flote. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, canceló una reunión planeada de los 28 líderes de la UE, que habría sido necesaria si Grecia abandona el bloque monetario, y aseguró que la reunión seguirá “hasta que concluyamos las conversaciones sobre Grecia”.

Mientras la maratónica cumbre se prolongaba con pausas para reuniones privadas entre Tsipras y los líderes de la  Unión Europea, el euro caía en los mercados asiáticos y subían los bonos considerados como refugio.

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