Una encuesta es similar a una fotografía capturada en un momento con un contexto específico, de este modo existe la posibilidad de editarla, sin embargo una encuesta diaria o “tracking” permite dar seguimiento a los momentos y variaciones de una campaña, formando con cada foto un video que se vuelve mucho más difícil de manipular.

Más allá del análisis de forma del primer debate presidencial organizado con el INE, cuyo formato dio mayor dinamismo a las intervenciones, debemos poner atención a las estadísticas que se derivaron del mismo.

Por más que todos y cada uno de los candidatos presidenciales se declararon vencedores citando a diversas encuestas que le preguntaban a los espectadores quién había sido el mejor, ese dato no importa mucho si no se ve reflejado en votos efectivos.

Basta con recordar el debate presidencial del 2012, donde el abanderado de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, dio una cátedra de argumentación y propuestas a sus oponentes y a pesar de que en la percepción ciudadana fue el que mejor desempeño tuvo, jamás estuvo cerca de competir.

Justo por la razón anterior, no hablaremos de las frases del Bronco que causaron revuelo, de los tropiezos de Zavala o del intento fallido de José Antonio Meade por sacar a flote un barco que desde hace tiempo se hundió.

Hoy nos concentraremos en los únicos candidatos que tienen posibilidades de llegar a la Presidencia, en la final que desde ahora queda clara entre el tres veces candidato Andrés Manuel López Obrador y el joven queretano Ricardo Anaya Cortés.

El tabasqueño cumplió su labor, superó el debate sin exabruptos, recibió todos los impactos con mesura, incluso con desinterés y cuando pudo hacerlo, evidenció lo que todos sabíamos, la causa de la estrategia fue su aparente gran ventaja publicada por el diario Reforma que le daba 22 puntos sobre su más cercano competidor.

Por otra parte Anaya también hizo lo propio. Llegó a ratificarse como el mejor polemista siendo claro, contundente y preciso con el tiempo, el panista sacudió con preguntas que ni AMLO ni Meade pudieron responder y al final reiteró la verdad, que su coalición es la única con verdaderas posibilidades de vencer al puntero.

Después del gran espectáculo debemos preguntarnos ¿el panorama realmente ha cambiado?

La respuesta más simplista sería decir que no, pues la elección sigue siendo de 2, con un Andrés Manuel cómodo en la cima con varios puntos de ventaja, pero aquí es donde debemos prestar atención a los detalles.

El abanderado de Morena debe comprender algo fundamental, el peor error que puede cometer es sentirse triunfador antes de los comicios, debe aprender del pasado; en 2006 la distancia se cerró y terminó perdiendo.

Los seguidores de las encuestas son conscientes que estas se equivocan de forma lamentable y exagerada como en 2012 lo hizo GEA-ISA cuando Ciro Gómez Leyva tuvo que salir a pedir perdón por la distancia tan grande entre la predicción y la realidad.

En el “tracking” diario de la empresa “MassiveCaller” (con 100% de efectividad en las elecciones de 2017) muestra de forma clara el efecto que tuvo el debate; el sábado 21 de abril (la noche previa) AMLO contaba con 36.7% de la intención del voto frente a un 25.2% de Anaya es decir una distancia de 11.5 puntos. Al corte del día 24 de abril AMLO aparece con 35.6% y Anaya con 29.0% dejando una distancia de solo 6.6 puntos.

Lo anterior deja en claro que el mayor ganador del debate fue el panista, pues en tan solo 4 días recortó 5 puntos, cerrando una elección que apenas hace unos meses, muchos sentían segura.

Andrés Manuel conserva la ventaja, pero debe recordar que las elecciones se ganan con estructura, sería una equivocación creer que no necesita crecer más y que sus cifras son suficientes para obtener la victoria, hoy más que nunca debe de dirigirse al 14.85% que aún no ha decidido su voto, solo acrecentando la distancia que hasta ahora mantiene podrá llegar a Los Pinos.

Por su parte Anaya ha captado ya, algunos de los votos de José Antonio Meade, debe ir también por los de Margarita que no tiene ninguna posibilidad de ganar. El voto útil y la comunicación efectiva serán su mejor herramienta, si sabe emplearlas, llegará al segundo debate con amplias posibilidades de cambiar el rumbo del próximo 1 de julio.

A partir de aquí los errores o aciertos se traducen en puntos, en una carrera que al parecer tendrá final de fotografía y el video será la prueba tangible del efecto de los debates.

FACEBOOK: MIGUEL DELGADILLO IBARRA
TWITTER: @mike_delgadillo

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