Con su mano derecha, el uniformado tomó el cinturón y la funda de la pistola hasta recorrerlos a la parte delantera de su cuerpo; así el arma era más visible para lograr su fin: intimidar al sujeto de la motocicleta que acababa de detener. Con esa señal, seguro le sacaría una buena feria. El joven, temeroso por su integridad, mostró su cartera vacía, dijo que acababa de realizar compras en el supermercado y que había gastado todo.

Minutos antes, alrededor de las tres de la tarde, Christian Díaz transitaba a bordo de su Honda F4i sobre el Eje 7 A Sur y la esquina de avenida Cuauhtémoc. Mientras esperaba el siga del semáforo, un motopatrullero de la Policía Preventiva de la Ciudad de México le marcó el alto para infraccionarlo ese miércoles 25 de febrero de 2015, pues supuestamente invadió el carril destinado al trolebús y eso le iba a salir muy “caro”, algo así como 2 mil 500 pesos. No obstante, sólo era un pretexto para extorsionarlo.

En la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2015, el delito de extorsión se registra como el segundo más frecuente en la Ciudad de México. El cual, también comete un segmento de los cerca de 88 mil elementos de la Secretaría de Seguridad Pública local, aunque los ciudadanos no hayan cometido una infracción.

La Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJDF) cuenta con un registro de 6 mil 774 averiguaciones previas contra los policías de la capital que gobierna Miguel Ángel Mancera, es decir, más de mil por año. De éstas, 4 mil 790 corresponden a integrantes de la Policía Preventiva; mil 140, a la de Investigación; 595, a la Auxiliar, y 249, a la Bancaria Industrial, de enero de 2010 a febrero de 2016, de acuerdo con documentos obtenidos vía transparencia en poder de EL UNIVERSAL.

A pesar de que la dependencia no indica el tipo de delitos, a través de un registro hemerográfico se hallaron casos para ejemplificar la problemática: el intento de asalto a un cuentahabiente en una plaza comercial de Interlomas en el Edomex, en diciembre de 2015; el secuestro de dos empresarios chinos en la Zona Rosa, en junio de 2014, y la detención, en la delegación Benito Juárez, de un par de miembros de la Secretaría de Marina, por supuestamente estar en un punto de venta de drogas y prostitución, en julio de 2015. En esa ocasión, los policías, a cambio de no “presentarlos” ante el Ministerio Público, les exigieron 11 mil 700 pesos.

Guillermo Zepeda Leucona, profesor investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y especialista en temas de seguridad ciudadana y justicia penal, considera que el ámbito de discrecionalidad de la autoridad policial y el contacto con la población les posibilita a los elementos obtener rentas indebidas, es decir, en situaciones en las que los ciudadanos cometen alguna infracción o delito, se les pide algún tipo de soborno para no ponerlos a disposición de la autoridad.

También hay casos en los que los uniformados se aprovechan de sus facultades e ignorancia de la ciudadanía para acusarla de delitos o infracciones falsas, y así intimidar y extorsionar con el fin de obtener dinero fácil.

Falta de profesionalización

A través del par de lentes oscuros estilo Ray Ban Aviator, el motopatrullero miró al muchacho y con su voz amenazante le leyó la cartilla e hizo algunas sumas de lo carísima que saldría la multa, que lo mejor era “arreglarse” ahí mismo: “Dame 2 mil 500 y ahí muere”. Christian se defendió y argumentó que no tenía facultades para infraccionarlo, que en todo caso llamara al policía de tránsito, algo que le molestó al agente, quien le advirtió: “tú no sabes cómo funciona; yo también te puedo infraccionar”.

Existen diversos factores que afectan las labores de la SSP de la Ciudad de México, como la falta de profesionalización, no tener un servicio de vocación, además del desencanto por la carrera policial. Zepeda Leucona señala que se han realizado encuestas a policías y arrojan que “apenas 20% o 25% tiene una vocación de inicio. Generalmente la edad de ingreso a la policía es a los 28 años, en promedio, y en 70% u 80% [de los casos] tuvieron una actividad antes de ser policía, un oficio, algún tipo de formación militar, intentaron algo más antes de ingresar”.

Además, menciona el experto, las evaluaciones de control de confianza —exámenes toxicológico, de entorno social y patrimonial, y polígrafo— “no siempre detectan a los malos elementos oportunamente, es frecuente que muchos policías que son acusados de algún delito estaban perfectamente certificados. Ojalá [la certificación] fuera cada vez más objetiva y más confiable para ciudadanos y para policías”.

Simón Vargas, consultor en seguridad y justicia, afirma que la policía local tiene muchas fallas, como la falta de profesionalización, la mejora de los controles de confianza, y existe una falta de preparación y equipamiento. Además, dice, hay corrupción en las corporaciones.

El actuar de los uniformados, no sólo de la capital, sino del país, ha generado desconfianza en ellos. Resultados de la segunda Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2013 estimó que sólo 42% de la población de 18 años y más consideró que la policía de su ciudad está dispuesta a ayudar, y 29.8% señaló que ésta contribuye a generar una sensación de seguridad dentro y fuera de su casa; es decir, menos de la mitad de la población se fía de las corporaciones de seguridad.

Destituidos y suspendidos

El sujeto de uniforme azul ignoraba que al joven que intentaba extorsionar laboraba como investigador en el Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad (ONC), por lo que le mostró su pistola a manera de amenaza para que fueran a su casa y le diera dinero: de 2 mil 500 pasó a 500 pesos. Christian, temeroso de lo que le pudiera hacer, lo llevó a unas cuadras de su departamento. Para su fortuna, el portón estaba abierto, entró y se resguardó. Una vez que llamó a su jefe para solicitar asesoría, pidió una patrulla y salió a tomarle fotos al malhechor.

La unidad llegó pero sólo para darle apoyo a su compañero. Tras más de media hora de discusión, un tercer policía medió el asunto; le dijo a Christian que si quería realizar un reporte tenía que ir directo a la delegación. En ese momento el agente extorsionador cambió de actitud: “Ya ahí muere, ya me chingaste, pero mejor dejemos las cosas aquí porque si tú me perjudicas yo te voy a perjudicar”. Le extendió la mano en son de amigos, pero se quedó sin recibir respuesta. Tras el altercado, el jefe del joven y director del ONC le hizo una cita con un integrante de asuntos internos de la policía capitalina. Fue a realizar la denuncia, le tomaron declaración y le pidieron las fotografías.

Luego de nueve meses, el uniformado que intentó extorsionarlo se sumó a la lista de los 10 mil 370 agentes destituidos por la SSP del 1 de enero de 2010 al 16 de febrero de 2016 [más de cuatro bajas al día], según cifras obtenidas a través del Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales. En ese periodo también fueron suspendidos 403 elementos. La dependencia no señala los motivos.

La cuota para el jefe

La mejora de la policía local no se logra con exámenes de control de confianza, destituciones y suspensiones. Zepeda Leucona considera que además de profesionalizarlos se debe de tener “un registro puntual de las actividades de los policías”; que tengan una carta de servicios limpia y se premie el desempeño a largo plazo.

Además, considera que se les debe de dar certidumbre laboral y “brindarles el apoyo cuando alguien en su actividad sea amenazado. En otros países, como EU, cuando es asesinado un policía automáticamente se convierte en un delito federal. Aquí no; al contrario, matan a un policía y de inmediato se le criminaliza”.

En su desempeño como investigador del ONC, Díaz señala que las fallas de la SSP no sólo dependen de la mala capacitación y reclutamiento, sino de la estructura. “Hay policías que declaran que tienen que cubrir una cuota para pagarle al jefe y es verdaderamente ridículo, los presionan para inventar infracciones y sacar dinero; igual son ridículos los horarios que tienen de 12 por 12 o 24 por 24”, dice.

A bordo de su vehículo de dos ruedas, Christian se dirigía a su casa, era noviembre de 2015 y se detuvo en la intersección de Río Churubusco y División del Norte. De pronto escuchó la voz de un señor en camioneta que le gritó: “Christian, oríllate”. Era el policía que lo intentó extorsionar nueve meses antes; le soltó una nueva amenaza: “Me acaban de dar mi hoja de baja, la neta te pasaste, porque dijimos que ahí quedaba como cuates, tú me perjudicaste y atente a las consecuencias”.

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