Recuerdo la primera vez que probé el matcha. No fue la bebida en sí, sino una de las muchas confecciones que se pueden preparar con base en él. Fue hace unos años en Little Tokyo en la ciudad de Los Ángeles; recuerdo que pedí tanto un helado de matcha, como un mochi helado, un pastelillo de arroz japonés y también recuerdo la novedad que resultó para mí el probar esos sabores y colores que no había visto con anterioridad en México, aunque pronto llegarían.

Seguramente has notado en los últimos años una ligera invasión verde. El matcha está en su pleno apogeo; distintos restaurantes, pastelerías y cafeterías en la Ciudad de México cuentan con, al menos, un postre o bebida elaborada con matcha. Pero a todo esto ¿qué es el matcha? Se trata de un polvo verde elaborado a partir de las hojas molidas del té verde y, aunque eso suene un poco normal, lo que lo hace tan especial es que 20 días antes de la cosecha se cubren los arbustos de té para protegerlos de los rayos solares y así aumentar los niveles de clorofila de las hojas, al igual que la producción de aminoácidos como la l-teanina. Una vez recolectadas, las hojas se ponen a secar al sol y, finalmente, se muelen hasta obtener el tan preciado matcha.

La forma tradicional de prepararlo es en té, del que se pueden obtener dos tipos: el usucha , bastante ligero, o el koicha de consistencia más espesa y de sabor más intenso. Tradicionalmente el matcha es preparado en un rito llamado chanoyu , aunque como ya lo sabemos, existen diversas maneras de utilizarlo, tal es el caso de los postres, helados, panes y galletas que podemos encontrar actualmente, así como bebidas calientes como el latte o frías como un frappé. Sea como sea que lo pruebes, no hay duda que es delicioso, nutritivo y está aquí para quedarse. Pruébalo en todas sus facetas y ríndete ante él.

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