Aunque los vinos espumosos son los reyes de la Navidad en prácticamente todo el mundo, la costumbre de consumir vinos tranquilos durante estas entrañables fechas se va afianzando cada vez más, según coinciden en señalar enólogos, sumilleres y técnicos consultados en diferentes países latinoamericanos.

Así, mientras en España continúa con fuerte arraigo el consumo de vinos de Rioja, especialmente reservas y grandes reservas, países como Argentina, Brasil o Uruguay, muy afectados por la crisis económica, se aferran, en esta ocasión, a sus propios vinos. Sólo los muy ricos optarán por los champañas franceses conservando la tradición de las familias más acomodadas desde tiempos inmemoriales.

Disfruta la Navidad con los mejores vinos
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Custodio López Zamarra, sumiller del restaurante Zalacaín en Madrid, que llegó a tener tres estrellas Michelín, resalta que el maridaje de vinos blancos con marisco es algo muy usual en la época navideña y señala el “gran éxito” que tienen los caldos de la Denominación de Origen “Rías Baixas”, en Galicia, tales como Pazo de Señorans, Fillaboa, Gran Bazán, Lusco o Lagar de Cervera; así como otros más secos como el Milmanda, un chardonnay, del Penedés, o el Colección Chivite 125, de Navarra.

A estos vinos, se suman también los mejores vinos blancos alsacianos y alguno del Valle del Loira como el Clos de la Coulée Serran, elaborado con la variedad chenin blanc y algunos dulces como el israelí Yardin, hecho en los Altos del Golán, uno de los territorios más conflictivos de la zona por ser una zona conquistada a Siria.

López Zamarra señala que en los vinos tintos de cierto nivel se mezclan los Riojas más clásicos (Viña Tondonia, Imperial, Ygay, Prado Eenea…) con algunos más modernos como Manuel Quintero, Finca Valpiedra o Roda; un Somontano, de la zona de Huesca (Aragón) como Blecua, o de Castilla-La Mancha como los elaborados por el Marqués de Griñón, Quercus o Viñas Viejas, de Señorío de Guadianeja. Estos vinos españoles se ven también acompañados por grandes borgoñas como La Tâche, algún australiano como el Penfolds Lagrange o italianos como el Saciscaia.

Jesús Flores, enólogo y ex sumiller del restaurante “La Cava Real”, en Madrid, se muestra favorable también a los blancos de Rías Baixas para el consumo de bivalvos y percebes, lista a la que ha añadido el Martín Códax, mientras en crustáceos se inclina por vinos de Rueda (Valladolid), elaborados con la variedad verdejo, o los vinos de Valdeorras, en Galicia, de la variedad godello; así como las manzanillas y los finos, elaborados en Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), para las gambas, que también pueden ser acompañadas por un Saint Aubin 1995, de Joseph Drouhin, en Borgoña.

Para los asados, Flores se decanta por algunos Ribera de Duero, especialmente los Pesquera y los Condado de Haza, elaborados por Alejandro Fernández, así como El Vínculo, del mismo bodeguero pero en La Mancha, o los modernos Grandes Añadas, de Aratadi, Allende, Calvario o Señorío de San Vicente de La Rioja; los Masía Duch y Martinet Bru, del Priorato.

En lo que concierne a los extranjeros, apuesta por los italianos de Brunello de Montalcino o un Chianti clásico como el Pèppoli; elaborado con la uva Sanguiovese en Antoinori, los argentinos de Mendoza, entre los que destaca el B. Crux 2001 de Bodegas Santa Sofía o el chileno “Caballo Loco”, una mezcla de uvas y añadas que consiguen elaborar el vino a la categoría de arte. LA

Crisis que no para
La crisis económica que azota desde hace algunos meses a Argentina, sobre todo, pero también a Brasil y Uruguay, está haciendo que el consumo de vino se adapte a la disponibilidad de dinero de la población que, desgraciadamente, es poco. Así, en el primero de los países enumerados, cuarto productor mundial con 15 millones de hectolitros, los vinos de gama media-baja, que han ajustado sus precios hasta los 2-3 dólares, de las firmas Norton, Bianchi, Echart, Trapiche y Santa Julia serán los más vendidos, en opinión de la enóloga Cristina Pandolfi, del Instituto Nacional de Viticultura, en Mendoza.

Disfruta la Navidad con los mejores vinos
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Otros vinos argentinos de mayor gama, cuyos precios se sitúan por encima de los cinco dólares, tales como Felipe Rutini, que elabora los mejores blancos del país, Luigi Bosca o Viña Patagonia, propiedad de los chilenos de Concha y Toro, con su marca Trivento, son los que están mejor situados en tiendas especializadas y restaurantes. En variedades, aunque la introducción de la uva española tempranillo ha sido bien aceptada, la malbec y la cabernet sauvignon siguen siendo las reinas.

Las importaciones han quedado reducidas casi a cero en los vinos tranquilos y únicamente las familias muy pudientes han optado por los vinos de Oporto y los champañas franceses a la hora de pagar una factura elevada para los tiempos que corren.

Brasil es uno de los países productores más importantes de vino, pero su gran extensión es pareja a la falta de costumbre de consumir caldos en casa, mientras los restaurantes no están al alcance de toda la población. La crisis económica, que también se ha dejado sentir, ha hecho que se incremente el consumo de los vinos populares como el Santa Felicidade, tinto, que puede adquirirse a un precio de 1,5 dólares, muy por debajo de otros vinos de importación como los Chianti italianos que se cotizan en torno a los 15 dólares.

Uruguay ha cerrado también el grifo a las importaciones de vino, ya que la crisis que ha aquejado de forma grave a sus vecinos grandes (Argentina y Brasil) ha repercutido gravemente en sus arcas. De esta forma, la enóloga Estela de Frutos, directora de buena parte de las catas organizadas por la Oficina Internacional del Vino (OIV), asegura que el buen tiempo que se da por Navidad, con temperaturas por encima de 35 grados, invita a beber blancos frescos como el sauvignon blanc de Castillo Viejo o los chardonnay Cuna de Piedra, de Cerros de San Juan o el Castel Pujol.

De Frutos señaló que la tradición de consumo de pavo y asado criollo hace que también tengan muchos adeptos algunos tintos como el Don Pascual Tannat, el De Luca Merlot o el Juan Toscanini Tannat Roble, todos ellos a unos precios que oscilan entre los 5 y los 8 dólares.

Chile, que es un país emergente en cuanto a elaboración de vino se refiere, no es un gran consumidor del producto y la cultura vitivinícola general no es muy elevada. Quizás por esto, la única variación que existe entre Navidades y otras épocas es que el grueso de la población, al menos la más rica, sale algo más al restaurante donde, eso sí, opta, en líneas generales, por los caldos del país.

Así los vinos de Concha y Toro, Undarraga o Valdivieso, así como el Gran Tarapaca son los que más se venden. Los ensamblajes de diversas variedades e incluso de diversas añadas están a la orden del día, el fenómeno de lo que popularmente se conoce como “frankesteinización” del vino da ejemplos como “Caballo Loco”, uno de los mejores caldos del Nuevo Continente.

Y Estados Unidos, el país poderoso por excelencia, cuenta también con tirón durante la Navidad de buenos caldos, tanto en los hogares como en los restaurantes. Aunque en Estados Unidos no haya tanta tradición como en Europa a la hora de consumir vino, los últimos años han significado un cambio de tendencia en lo que a vinos de alta gama se refiere.

En este país, la alta gama se dirige últimamente hacia los vinos elaborados por Robert Mondavi en California, concretamente en Napa, tales como el mítico Opus One, el Josep Phelps o el Francis Copola Family, o los vinos de Sonoma donde destaca la uva autóctona norteamericana por excelencia zifandel.

Y como los ricos no se paran en mientes, pues los grandes vinos franceses tales como el Château Petrus, La Tâche, el Château d´Yquem o el Château Maragaux Palmer tienen también su cabida, junto a míticos nombres como el Penfolds Lagrange, de Australia, el Pingus de Peter Sisseck en la española Ribera del Duero, todos ellos por encima de los 600 dólares.

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