El próximo 30 de noviembre el ministro José Ramón Cossío Díaz concluye su encargo como integrante del máximo tribunal de la nación, primer relevo en la actual integración luego de la reforma de 1995, en la que deja huella indeleble y a quien a través de estas líneas rendimos homenaje.

Hombre profundamente reflexivo, agudo e inquieto, lector insaciable, con una muy vasta cultura, cualidades que hacen de él un jurista completo y excepcional constitucionalista.

Desde su juventud ya se vislumbraba su inclinación por el estudio del Derecho Constitucional y la brillante trayectoria que habría de seguir.

Concluye la licenciatura en la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima con la tesis El Control de la Constitucionalidad de las Leyes en México, con la que recibió el premio Benito Juárez-Peña Colorada por haber alcanzado 10 de promedio.

Con posterioridad obtiene la Maestría en Derecho Constitucional y Ciencia Política en el Centro de Estudios Constitucionales de Madrid, en el que obtuvo el premio anual al mejor trabajo de Derecho Constitucional, con el tema El Estado Social y Democrático de Derecho y los Derechos Prestacionales en la Constitución Española.

A ello sigue el doctorado, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, en el que obtuvo la nota Suma cum laude con la tesis El Estado Social y los Derechos de Prestación.

Más tarde obtiene la Maestría en Derecho por la UNAM, con mención honorífica a la tesis El Poder Judicial de la Federación de 1900 a 1910. A lo anterior cabe agregar los innumerables cursos en que ha participado, tanto en el país como en el extranjero.

Su trayectoria transcurre entre la docencia, la investigación y el servicio público. En este último, destaca su desempeño como asesor de la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la. Cámara de Diputados; secretario particular del ministro Jorge Carpizo y secretario de Estudio y Cuenta del ministro Ulises Schmill Ordóñez, en cuya presidencia fungió como coordinador de asesores.

Menos de una década después, retornará a la Corte como integrante de la misma, al ser designado por el Senado el 27 de noviembre de 2003, adscrito a la Primera Sala.

La academia y la investigación son otras de sus pasiones. En 1983 comenzó su trayectoria como profesor impartiendo clases en diversas instituciones académicas, particularmente en ITAM, institución en donde además ocupó el cargo de Jefe del Departamento de Derecho.

En la investigación, su orientación ha sido el derecho constitucional, aunque también ha incursionado en otras ramas del derecho. A la fecha ha escrito más de una veintena de libros, coordinado y compilado otros más, y son muchos los artículos publicados en libros colectivos, cuadernos académicos, revistas especializadas, revistas de divulgación y periódicos.

Es miembro de importantes instituciones académicas, científicas y profesionales y ha recibido un gran número de premios y reconocimientos en México y en el extranjero, que sólo enumerarlos colmaría este espacio.

Destacaré tan solo su ingreso al Colegio Nacional en 2014, en cuyo discurso trajo a colación la protesta de su encargo como ministro de la Corte, señalando: “Cuando el Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República... me preguntó si yo protestaba guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanaran, mirando todo por el bien y la prosperidad de la Unión, a lo cual y con enorme emoción, respondí que sí. Al haber aceptado el cargo, me impuse la tarea de maximizar la Constitución… dado su indiscutible base de legitimidad democrática”. Su discurso de ingreso fue contestado por el doctor Héctor Fix-Zamudio.

Su carácter reflexivo frente a la obra pictórica de Cauduro, nos brinda su visión del juzgador, la que rescato de un interesante artículo que escribió interpretando uno de los más emblemáticos murales de la Corte, en el que apunta: “…Como juez constitucional veo algo más en la obra… La posición que socialmente se nos ha conferido no se agota en la función reparadora. Nuestra función más relevante consiste en generar las condiciones necesarias para impedir, simbólicamente hablando, que la palabra sea arrebatada, disminuida o acallada. Al definir derechos, al precisar competencias, al reconocer obligaciones, al sancionar adecuadamente, generamos esas condiciones y permitimos que las palabras no sean silenciadas…”.

Enhorabuena a mi compañero y amigo, a cuya trayectoria profesional estoy segura seguirá acumulando muchos más éxitos.


Ministra de la SCJN

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