Tres candidatos presidenciales tomaron protesta, pronunciaron sendos discursos. López Obrador refrendó compromisos: “no robar, no mentir, no traicionar al pueblo”; “eliminar corrupción, impunidad, despilfarro gubernamental; incrementar salarios a trabajadores, campesinos, profesionistas, reducir el de altos funcionarios; auténtico Estado de Derecho, verdadera democracia, derechos humanos, atención a minorías y comunidades; finanzas sanas sin aumentar impuestos; apoyar empresarios, promover inversión nacional y extranjera; fortalecer mercado interno, industria y campo; infraestructura: desarrollos turísticos, refinerías, pistas aeroportuarias, viviendas; fin a privatizaciones; política exterior de no-intervención y autodeterminación de los pueblos; paz y tranquilidad, fruto de una justicia incluyente, orden social sustentado en la justicia, no en la fuerza”. Concluyó, con emoción: “soy necio… perseverante, cómo llaman a quienes defienden ideales, principios o alguna causa. Con esta convicción actuaré como Presidente de la República y rayando en la locura… acabar con la corrupción… promover el desarrollo, el crecimiento, el empleo”. Todo concertado con el pueblo en diálogos, por años, en todo el territorio nacional, como es universalmente reconocido.

Anaya centró su discurso en su autoacreditación: “me he preparado”, “yo sí voy a terminar con el pacto de impunidad”, “no me temblará la mano”, “mi diagnóstico es tan duro como realista”. Después de una experiencia nacional de nueve semanas de precampaña, diagnosticó un régimen enfermo de “tres tumores”: corrupción, violencia y desigualdad”. 1) Corrupción: “que el gobierno recupere la vergüenza; quien muestre negligencia, dejará su cargo; combate al crimen organizado por políticos coludidos con contratistas, saqueadores del erario; aplicar inequívocamente la ley, no habrá venganza, pero quien la hizo la pagará”. 2) Inseguridad y violencia: “2017… el más violento en los últimos 20 años, combate a la inseguridad respetando derechos humanos”. 3) Desigualdad: “falta de crecimiento económico, pobreza… brutal convivencia entre opulencia y miseria… éticamente inaceptable, técnicamente injustificable”. Anaya presenta un discurso de aparente “generación espontánea”, denuncia los trágicos efectos, sin tocar el sistema que los produce, del que ha sido parte. Corrupción, muertes y desapariciones de la “guerra contra el narco”, pobreza, desigualdad, falta de crecimiento, son producto de ese régimen cuya esencia no toca: “la mejor política social es la política económica”.

Meade produce un discurso en nueve semanas de precampaña: “recorrí el país, con humildad… escuchando… (demandas) de la CROC, FSTSE, CTM, CNOP, jóvenes del PRI, mujeres del PRI”; concluyendo: “el centro de mi gobierno serán tres grandes objetivos”. 1) “México será la capital mundial del talento: cada mexicano se desarrollará al máximo con educación… para competir”. 2) “seguridad y mejor salario a las familias; desarrollo pleno de capacidades para mujeres. 3) “Hacer realidad el sueño de los mexicanos, con un cambio sin precedente en la política social: el primer registro nacional de necesidades de cada persona… las necesidades son siempre personales… a cada quien según su prioridad”. Dice además, a los priístas: “tenemos que ver, escuchar el profundo malestar por actos de corrupción… que ofende la dignidad de los mexicanos”; para afirmar, sin más: “seré implacable en el combate a la corrupción”. La corrupción es “profundo malestar” que simplemente percibe. Los ejes de gobierno de Meade: educación para competir, seguridad e ingresos a familias, oportunidad a mujeres y su “novedosa” política social con “registro de necesidades de cada persona” son los proyectos fallidos del gobierno y su modelo, que Meade no cuestiona porque ha sido su operador financiero, gobierno del que reconoce: “contribuciones fundamentales para el futuro, concretadas bajo el liderazgo del presidente Peña Nieto”.

Los candidatos del PRI y del PAN expresan la continuidad, rechazada por la ciudadanía, las encuestas son irrefutables. Su visión de futuro es “más de lo mismo”. El cambio añorado está “con ya sabes quién”.

Senador de la República

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