Mucha gente pregunta desesperada, envuelta en un miedo casi irracional, cuál es el voto útil que le terminará ganando a Andrés Manuel López Obrador: ¿deben de votar por Meade o por Anaya?

Da igual. Es evidente, aunque se enojen en el equipo de Meade, que Ricardo Anaya lleva un claro segundo lugar, pero, eso sí, a diez o más puntos del líder y unos cinco, por mucho, arriba de Meade.

No hay un segundo lugar, sino dos terceros lugares: ambos fracasan y ambos, parece, serán grandes perdedores.

En números hipotéticos, como si la cosa funcionara así, que no funciona así, hagamos cuentas: de acuerdo a la integradora Oraculus, y su poll of polls, si Meade juntara su 19% al 25% de Ricardo Anaya, ambos ganarían apenas por un 1% al 43% de Andrés Manuel; si El Bronco le entra, entonces ya tendrían un 3% arriba… ¡en los sueños más utópicos del establishment!

Meade no declinará jamás por Ricardo Anaya porque en el PRI han confundido al adversario con el enemigo a ultranza, porque, hay que reconocérselos, jugarán en la lógica de la batalla por el segundo lugar hasta que la terca realidad les estampe el tercero en la cara. Así fue su estrategia y así será su resultado.

Anaya, por su parte, no merece el apoyo del que amenaza con meter a prisión una y otra vez; ha dejado tantos cadáveres en el camino por apropiarse de una candidatura y de tantas corrientes y partidos que, al final, los mismos zombies se le han rebelado y lo han dejado solo.

Andrés Manuel López Obrador viene en caballo de hacienda, pero no por sus propuestas o por su carisma, sino porque es la cosecha de un sistema podrido en corrupción y soberbia, de una clase política que olvidó la empatía décadas atrás y que no soporta que se le cuestione.

No hay voto útil porque las opciones están divididas, porque el régimen se ha desmoronado en sus acuerdos y porque, al final, esto parece una tendencia mundial con el movimiento antisistema como punta de lanza, aunque sin un rumbo definido ni un futuro claro.

Si usted quiere votar por la opción que evite que Andrés Manuel López Obrador sea el siguiente presidente de México, tendrá que realizar varios actos de fe y discernir entre ellos: ¿cree en las encuestas o cree en la “estructura” del sistema?, ¿cree que eso sea suficiente para detener una ola de tal tamaño que parece convertirse en un tsunami que transformará el régimen vigente?, ¿cree que toda la industria demoscópica nacional ha fallado?, ¿cree que aún hay algo que hacer?

Se vale creer. De todas formas, aún no amanece dos de julio.

DE COLOFÓN.— Una investigación periodística reveló que Sandra Vaca era una reclutadora de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre. Además de llevarle edecanes para que le hicieran sexo oral sin protección, ¿qué otros elementos tiene a su favor para ocupar la suplencia de una curul plurinominal por el PRI en la CDMX?... ¡Suerte en la elección!

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