Dentro de las muchas reacciones de solidaridad y ayuda que los mexicanos recibimos luego de los sismos del 7 y 19 de septiembre del 2017 , hay dos estampas que sirven para ilustrar la participación y compromiso de quienes son migrantes , sean mexicanos viviendo en el exterior o extranjeros radicando en nuestro país.

Como en muchas otras ocasiones en que la tragedia le pega al país, distintos grupos de mexicanos principalmente en Estados Unidos , se dieron a la tarea de reunir fondos en dinero y en especie para ayudar a las labores de salvamento y de reconstrucción . El principal problema para dar este apoyo fue la inmensa desconfianza que existe frente a las diferentes instancias gubernamentales por lo que quienes se organizaron para apoyar a sus paisanos, activaron estrategias interesantes para asegurar que la ayuda efectivamente llegara.

Algunos grupos convocaron a donar directamente a través de la Cruz Roja e incluso haciendo compras con entregas especificas vía Amazon para evitar a toda costa que su apoyo se perdiera. Otros grupos, organizados sobre todo a través de clubes y asociaciones, organizaron colectas de manera inmediata , pero por la vía de acopio de productos que se consideraban de ayuda urgente. Para que el envío no se perdiera en el camino se organizaron caravanas que iban de punto en punto bajo la responsabilidad de figuras que denominaron “comisarios” , quienes daban fe de la recepción y entrega de las toneladas de ayuda . Esto permitía seguir la ruta hasta el lugar a donde se debía llegar, fuera Oaxaca, Michoacán, o incluso la misma Ciudad de México.

Así consta que lo hicieron colectivos de California, Texas, Nueva York e Illinois principalmente, y seguramente en un envío hormiga desde muchas otras partes de la Unión Americana.

El otro lado de esta estampa es lo que ocurrió en Ixtepec Oaxaca , uno de los lugares más afectados por los sismos y por cierto, una de las comunidades que menos ha sido reconstruida luego de aquellos primeros días tras el sismo. Ahí, un grupo de casi 50 personas migrantes , principalmente centroamericanos, salvadoreños, hondureños, y guatemaltecos , quienes en su mayoría estaban en el albergue “Hermanos en el Camino” que coordina el Padre Solalinde , inmediatamente luego del sismo se fueron a la calle para ayudar en las primeras labores de rescate de población atrapada en los escombros y posteriormente y durante días, con palas y picos, ayudar a la población a salvar sus cosas.

Muchos de estos rescatistas extranjeros se sumaron a las labores que siguieron luego del momento critico del rescate, pese a que podían haber sido deportados por no tener papeles .

En otros países, el heroísmo o la labor de altruismo ejemplar por parte de algún extranjero se premia incluso otorgándole la ciudadanía . Sin embargo, en el caso de México, este grupo de migrantes no recibió ni siquiera reconocimiento oficial alguno , aunque, como consta en todas las reseñas, su solidaridad en el momento más crítico fue altamente valorado por la población.

Reconocer estos gestos de solidaridad sin reservas, sea de mexicanos que radican en el extranjero como de extranjeros que se sumaron a las labores que la sociedad mexicana emprendió luego del sismo, contribuye positivamente al conocimiento y debate que mantiene la sociedad mexicana respecto al tema migratorio . Sobre todo porque al final de cuentas, ante la catástrofe no importa la nacionalidad ya que el miedo compartido sólo nos recuerda nuestra condición humana .

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