En la conferencia mañanera del último día de febrero el designado a responder fue Marcelo Ebrard, la máxima autoridad de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El canciller señaló a través de 10 puntos el plan de trabajo que se tendrá con las comunidades mexicanas especialmente en Estados Unidos donde se concentra el 96% de los mexicanos que radican fuera del país.

La retórica repite lo prometido en campaña. Dado que los consulados son una extensa red, ahora se planea que trabajen coordinados y sean sobre todo procuradurías de justicia y oficinas para realizar trámites que urgen a la población mexicana imposibilitada a viajar al país (como licencias, actas de nacimiento, etc).

También se habló de una estrategia de empoderar a la población mexicana a través de reforzar elementos de la identidad, que lejos de debilitarlos son fuente de orgullo y proyección de México en el mundo. Un ejemplo, conocer y promover el uso del idioma español que ha disminuido ante la hostilidad que ha habido los últimos años debido a eventos xenofóbicos en el país del norte. Otro punto señalado por Ebrard, fue desplegar estrategias para que los mexicanos mejoren sus estándares escolares dado que son la comunidad, entre todas las minorías que residen en EU, con los indicadores de escolaridad más bajos y eso impacta enormemente en su desempeño económico y de integración exitosa.

Un punto fundamental fue el anuncio del trabajo que se pretende desarrollar a través de foros a realizarse en breve en las ciudades más importantes de Estados Unidos para que miembros de dichas comunidades puedan participar en el diseño del Plan Nacional de Desarrollo. Valdría la pena señalar que a este tipo de foros generalmente asiste un perfil de dirigentes y activistas que no necesariamente representan a la comunidad en su diversidad, por lo que es indispensable salir de ese circuito y romper esa estructura de corporativismo. Por eso, es buena la idea de facilitar la participación a través de internet pero no basta, la promoción de este esfuerzo debe ser conocido lo más ampliamente posible por los mexicanos, porque este es el mensaje más potente de que la relación con la diáspora efectivamente puede cambiar.

La pregunta que puso el dedo en la llaga fue la que hizo Vicente Serrano del medio Sin Censura, de Chicago. Insistió en conocer la estrategia para limitar el gasto suntuoso que algunas de las residencias de los cónsules realizan y atraen parte importante del presupuesto destinado a las mismas comunidades. También señaló un tema que ronda en el aire y Vicente se atrevió a ponerlo en palabras: saber si va a cambiar la forma de designar puestos diplomáticos dados por vínculos de interés, amiguismo o compadrazgo. El canciller Ebrard señaló enfático que este asunto está en revisión y en su momento, se darán a conocer los cambios que consideren necesarios. En este punto la participación de la comunidad resulta fundamental, dado que habrá evaluaciones trimestrales al esfuerzo que esta Secretaría irá haciendo, y dicha evaluación será también la forma de enterar al propio canciller de los problemas concretos.

Se preguntó un asunto no menor: si los mexicanos en el extranjero podrían ser un voto que modifique en un futuro el resultado electoral nacional, a lo que el canciller simplemente señaló que las cuestiones electorales tocan a los partidos políticos y al INE. En esto hay un detalle que desde la SRE puede hacer una diferencia total de lo que hasta ahora se ha hecho, se anunció el proyecto en marcha que garantizaría la identidad jurídica universal de todo mexicano, cuestión que hasta ahora, sigue siendo una quimera.

Profesora e investigadora del Instituto Mora

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