La 4a Compañía iniciará su exhibición en cines este jueves tras amasar diez Arieles, incluyendo el de mejor película.

Es un thriller penitenciario, una película de acción que conmueve entretejiendo exitosamente historias de crimen, castigo y futbol americano. Además, la cinta logra un inesperado segundo aire justo en su final, al momento de los créditos, donde queda de manifiesto que la trama se basa en incidentes ocurridos durante el cacicazgo policial del Negro Durazo, hace cuarenta años. La película deja entonces de ser una ficción para convertirse en un capítulo de la historia negra de las instituciones de justicia mexicanas.

La cinta fue filmada en la llamada Penitenciaría de la Ciudad de México. Un acceso inusitado concedido por las autoridades de la capital permitió cuajar a los cineastas Vanessa Arreola y Amir Galván, un filme que integra, a su reparto, a una parte de los hombres hoy privados de su libertad en Santa Martha. El proyecto tardó diez años en lograrse.

La 4a Compañía es una llamada de atención sobre los errores y terrores que subsisten en nuestras cárceles. Una de estas desviaciones se refiere al cobro ilegal de cuotas que hacen autoridades a los internos. Se cobra cotidianamente por aquello que no representa servicio alguno, como “pasar lista”, en donde las personas privadas de libertad pagan por el simple hecho de vivir encarcelados. Otros eventos que ameritan pagos se relacionan con dormir en una cama, ingresar comida o mantener posesiones en la celda tan simples como papel y lápiz.

La práctica de extorsionar a personas en prisión no es una anécdota. Hace más de diez años, Antonio Baranda publicó una serie de artículos que retrataban con detalle el tipo de cobro penitenciario y los montos asociados a éstos, de tal forma que uno podía imaginar el tamaño del mercado y sus flujos diarios. Más recientemente, los periodistas Humberto Padget y Mayela Sánchez han documentado la corrupción en nuestras cárceles.

De forma más general, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía midió la frecuencia de algunos cobros ilegales a través de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2016. Por ejemplo, 99 por ciento de los internos encuestados en Coahuila en 2016 reportaron pagar el pase de lista, mientras que en Campeche y Aguascalientes, este tipo de cobro fue excepcional.

El cobro ilegal a internos podría parecer a algunos una transgresión permisible al Estado, un detalle menor. No lo es. Este esquema de corrupción redefine la distribución del castigo en la cárcel, alterando su lógica. Quienes pagan los platos rotos, no son los internos más peligrosos ni los más violentos, pagan los más vulnerables, los internos que experimentan su primer contacto con el sistema, los internos con menos “experiencia”, con sentencias cortas. Además, la dinámica genera rentas no auditables a autoridades de todos los niveles. Son una caja chica. Y en la medida en que estas fuentes de ingreso existan, será más difícil avanzar una reforma penitenciaria. El tamaño del negocio representa una medida de resistencia.

La 4ª Compañía es una historia de policías y ladrones en donde estos roles se intercambian fluidamente, muy a la mexicana, retratando con verosimilitud el caos que vivimos. Sirva esta película para surcar agenda sobre el futuro de nuestras prisiones, con la esperanza de que el momentum electoral la tome en cuenta y evite que las piezas podridas queden acomodadas en el mismo lugar que hoy ocupan.


Candidata a doctora en Políticas Públicas por la Universidad de California en Berkeley.
@LaydaNegrete

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