Los anuncios del carácter prioritario que tiene el tema de la salud pública, para el gobierno federal, resultan contradictorios y declarativos, ya que las acciones que ha tomado no concuerdan con los compromisos que el presidente López Obrador propuso para asegurar el derecho a la salud de todos los mexicanos. Hasta el momento no se ha presentado el proyecto para la universalización de los servicios de salud, el Programa Nacional de Salud y el Acuerdo para el Acceso de Servicios Médicos para toda la población se conocen de manera parcial y en líneas generales, sin establecer el cómo y la disposición de recursos financieros necesarios con el recorte presupuestal realizado.

La creación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar a partir de la infraestructura del IMSS-Oportunidades y las declaraciones de la integración de las instituciones de salud, ponen en alerta a los trabajadores, por la experiencia que se tuvo con la universalización de Peña Nieto, la cual, de manera demagógica, presentaba una integración sobre un paquete básico, atropellando beneficios de asegurados del IMSS, ISSSTE e instituciones de seguridad social. Gracias a la movilización de trabajadores de la salud, y las luchas de médicos y enfermeras se pudo frenar ese proyecto neoliberal.

El acto oficial conmemorativo del Día mundial de la Salud, celebrado dos días después, resultó opacado por las movilizaciones de los residentes, quienes reclaman la falta de pago, la aplicación de impuestos a premios, la falta de medicamentos y los problemas del abasto de vacunas, así como el despido del personal operativo en la SSA y en el IMSS Bienestar. El evento resultó el marco para una sesión de la Organización Panamericana de la Salud, con declaraciones generales, sin tener definiciones más precisas sobre cómo lograr el acceso de 60 millones de mexicanos a los servicios de salud y las estrategias para el mejoramiento de las instituciones de seguridad social que están siendo excluidas, y que atienden a más del 70% de la población con servicios médicos.

El gobierno actual recibió una herencia maldita: un crónico proceso de desmantelamiento y fraccionamiento de los servicios de salud, la mercantilización y precarización del empleo en el sector. Éstas son las expresiones fundamentales de la corrupción mediante las cuales se impusieron las políticas neoliberales. Sin embargo, para refundar el sistema de salud que el México de hoy necesita, no basta con declaraciones o actos contradictorios.

El presidente López Obrador recoge las demandas de las luchas que los trabajadores vienen desarrollando, durante las últimas 4 décadas, por la salud de los mexicanos y el trabajo digno en las instituciones de salud; este último se expresa en la profesionalización y basificación del personal; la producción de vacunas y medicamentos; y el fortalecimiento de las instituciones eliminando la mercantilización y privatización de los servicios.

Sin embargo, la actuación de los funcionarios del sector va en sentido contrario: el despido de trabajadores operativos; la carencia de insumos, vacunas y medicamentos, y el incumplimiento de la basificación y profesionalización de los trabajadores, todo esto nos obliga a revisar su capacidad para lograr que operen los servicios e inicien las transformaciones prometidas.

Del dicho al hecho de la salud, es la consigna con que la OMS promueve la participación social en las políticas de salud y para que los gobiernos asuman el compromiso de asegurar el derecho a la salud a toda la población. Hoy para apoyar los cambios es indispensable que el gobierno presente su proyecto de universalización.

Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura
Económica, Política y Social, CACEPS – UNAM

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