El paquete económico de Andrés Manuel López Obrador para el 2019, no es una buena noticia para amplios sectores del país.

Aunque los grandes empresarios cuestionan el excesivo gasto en programas de asistencialismo social y expresan sus dudas acerca de la capacidad del gobierno para recaudar unos 500 mil millones de pesos adicionales y advierten sobre el riesgo de un mayor endeudamiento (por un monto similar), no se manifiestan abiertamente en contra porque Hacienda, a través del SAT, no toca en absoluto los privilegios fiscales (vía devoluciones, subsidios y evasiones) estimados en 783 mil millones de pesos, además de que recibirán importantes ingresos mediante decretos presidenciales para la frontera norte, provenientes del IVA y el ISR en la región.

El impuesto especial a las gasolinas se conserva: los precios que tanto ofreció AMLO bajar se mantendrán sin cambios, al alza.

Lo más grave y preocupante del paquete económico se expresa en el Presupuesto de Egresos del 2019, ya que adquieren prioridad las obsesiones, aspiraciones y caprichos del Presidente hechos “Política de Estado”, como los muy loables programas de incremento del apoyo a los adultos mayores y a jóvenes sin trabajo (aunque afecten a otros no menos necesarios programas institucionales para las mujeres y los jóvenes que ya estudian en todos los niveles educativos), así como su “tren maya” y los aeropuertos de Santa Lucía y Toluca, aunque haya que pagar unos 120 mil millones de pesos por cancelar Texcoco, sin contar lo que costará su desmantelamiento.

No sobra hacer un recuento de lo que contiene el presupuesto que los diputados “levantadedos” de Morena y sus aliados aprobarán:

Se aumenta en 53% la partida correspondiente a la publicidad oficial -que en campaña prometió reducir a una tercera parte- pero se sacrifican ámbitos que deberían ser prioridad para un auténtico gobierno de izquierda (y éste, no lo es) como lo son educación superior, salud, investigación científica, cultura, fomento al emprendedurismo, campo, organismos reguladores y organismos públicos autónomos.

Indigna el trato que querían dar a la UNAM, la UAM, el IPN y universidades públicas con una reducción de 4 mil millones de pesos. También las disminuciones de 12.8% a Conacyt, 80% al Inadem y 46% a las estancias infantiles (mejor conocidas como Cendis), y la eliminación de programas para la enseñanza de computación y tecnología en las primarias, para la enseñanza del inglés, para la atención de la violencia de género y el relacionado con los comedores comunitarios, así como el recorte a programas de prevención de la diabetes y 86% los recursos al fondo de desastres naturales.

Es evidente que AMLO quiere, por encima de cualquier otra cosa, sacar adelante sus proyectos. Aunque rectifique su intención de desaparecer la autonomía universitaria y luego se eche para atrás en disminuir recursos a universidades, lo que quiere son recursos para sus 100 universidades “patito”, que serán escuelas de adoctrinamiento y apoyo para su proyecto transexenal.

El presupuesto no contempla inversión en infraestructura para el crecimiento económico, ni en educación, cultura, ciencia y tecnología. Ni le apuesta al campo, ni a la equidad de género, ni a las comunidades indígenas. Ni... muchos más “nis”. Puras promesas incumplidas.

No quiere contrapesos en los estados y municipios, ni en el Legislativo, el Judicial y los órganos autónomos, sino que va por su captura y desaparición.

Amarga navidad para miles de despedidos del gobierno federal y de la CDMX, por decisión de Morena. Por eso hay que hacerle frente a este gobierno, desde todos los ámbitos posibles, así como amenazaron hacerlo los universitarios con movilizaciones, para evitar que en México muera la democracia con un gobierno totalitario, y que el 2019 no sea un año amargo.

Ex diputado federal

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