Recuerdo, en mis años de juventud, haber leído en el Pequeño Libro Rojo de Mao, que había que buscar, siempre, la contradicción más importante; por ejemplo, el presidente Calles tuvo, como contradicción más importante, la hostilidad de los Estados Unidos durante los dos primeros años de su mandato. Puede que sea de nuevo el caso hoy, para México. Pero a nivel mundial, ¿cuál sería la contradicción más peligrosa para la paz mundial?

¿La que opone Irán a los Estados Unidos y está provocando ruidos de botas? Tales son las apariencias de una contradicción que ha provocado o confirmado inmediatamente dos coaliciones: del lado de Washington se alinean Arabia Saudita (y sus aliados sunnitas) e Israel; del lado de Teherán, China y Rusia. Turquía, con su régimen sunnita, se encuentra, como los EU, en lucha contra los aliados de Irán en Siria, y, al mismo tiempo, siendo todavía miembro de la OTAN, se acercó a Moscú de manera espectacular. Europa y Japón intentan, sin éxito, prestar sus buenos oficios para evitar que el enfrentamiento entre EU e Irán desemboque en una guerra. Algo que no se puede excluir cuando Donald Trump entra en campaña para su reelección.

Sería un macrosismo devastador, peor todavía, geopolíticamente mucho peor que la invasión de Irak decidida por el presidente Bush y sus halcones. La rivalidad entre Teherán y Ryad parece repetir, para el historiador que recuerda los siglos XVII y XVIII, la lucha entre el imperio otomano, sunnita, y el imperio persa, shiita. ¿Guerra de religión? Sí, porque nadie puede negar la división entre shiitas y sunnitas; y no, porque la diferencia religiosa no hace más que reforzar un antagonismo, la rivalidad entre dos potencias. Así de las (mal) llamadas “guerras de religión” en la Europa de los siglos XVI y XVII.

Por lo pronto, el Medio Oriente podría ser el epicentro de un temible terremoto. Ahí se enfrentan potencias emergentes como son Arabía Saudita, Irán y Turquía, y se tejen alianzas al parecer inverosímiles, como la que podría unir Israel con Turquía (sería reconstruir la vieja alianza que tronó en 2010), Israel con Arabia (algo impensable hasta hace poco), Turquía con Arabia (a pesar del escandaloso asesinato en Turquía, en el consulado de Arabia, de un periodista opositor, árabe protegido por Turquía).

¿Será aquella la contradicción principal que Mao nos aconseja buscar? ¿No disimula otra? Por ejemplo, ¿una resurrección de la Guerra Fría entre Washington y Moscú, simbolizada por la intervención militar decisiva de Putin en Siria? Una contradicción muy importante, sin duda. ¿Y la mera mera, la que corresponde a la famosa “trampa de Tucídides”? Pues, sí, la hay, más importante que la anterior, es la que opone Washington, la antigua potencia hegemónica, a Pekín, la potencia en ascenso, con ambiciones hegemónicas. No sé que susurran al oído de Trump los halcones estadounidenses tipo John Boulton, además de empujarlo a una guerra preventiva contra Corea del Norte o Irán, pero pienso que le hablan de China. Por lo pronto, Trump ha mandado buques de guerra al Golfo Pérsico, bombarderos a la base de Qatar y un (pequeño) cuerpo de infantería.

La ofensiva comercial de Trump contra China señala bien que la principal contradicción es la que opone la “república imperial” (así calificaba Raymond Aron a los EU) al “Imperio del Medio”. Uno lee en la prensa que Israel no permitirá que Irán consiga el arma nuclear, que un buque de guerra ruso estuvo a punto de chocar con uno estadounidense, en el Mar de China, que Washington le exige a Turquía que cancele la compra de misiles a Rusia, que se multiplican misteriosos ataques a petroleros cargados de petróleo árabe. Eso disimula que los presidentes Xi Jinping (que acaba de viajar a Corea del Norte, por primera vez) y Putin han hecho un frente común contra Washington, primero en su defensa del venezolano Maduro, luego contra la guerra comercial desatada por Trump, ahora para apoyar a Teherán frente a la amenaza americana. ¿Un riesgo considerable de guerra?


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