Y los juntó en un sitio que en hebreo se llama Harmagedón: Apocalipsis, 16, 16. ¿Quién a quienes? Tres espíritus inmundos… que se dirigen hacia los reyes de la tierra para juntarlos a la batalla del día grande… En Israel hay un cerrito llamado “har M’giddo”, en griego, Harmagedón, cuyo nombre aparece una sola vez en la Biblia, como el lugar simbólico del enfrentamiento final entre el Mal y el Bien. Hoy en día, la palabra se usa para un riesgo de catástrofe planetaria, como equivalente de fin del mundo.

Hace poco, el presidente de Finlandia, Sauli Niinisto, dijo que lo más importante para un presidente es actuar de tal modo de no hacer “explotar al mundo”. Tiene toda la razón, pero nada garantiza que todos los presidentes responsables del uso del arma nuclear actúen en ese sentido. Ya cité The Economist del 27 de enero: “los protocolos y los acuerdos que, durante la Guerra Fría, ayudaron a evitar Armagedón, no han sido renovados”.

La amenaza más aparente parece venir de un posible enfrentamiento entre Kim Jong Un y Donald Trump. ¿Un choque de egos? Hay algo de eso, y por lo tanto no hay que pensar que el presidente estadounidense es “puro bluff”, cuando afirma que no dudaría en emplear el arsenal nuclear, si fuera necesario. ¿Cómo se define lo “necesario”? Menos mal que no haya definido, hasta la fecha, una “línea roja” que no debiese cruzar el joven déspota de Corea del Norte. Sin embargo, en enero pasado, un alto funcionario en Washington declaró que “el presidente puede encontrarse forzado a tomar una decisión. El potencial para un conflicto es muy alto”. Poco después vino una ligera baja de tensión gracias a los juegos olímpicos de invierno en Corea del Sur, pero queda entera la pregunta del general John Hyten, comandante de las fuerzas estratégicas estadounidenses: “¿Se puede vivir con una Corea del Norte nuclear? Sí. La pregunta más bien es: ¿Se quiere tal cosa?”. Recordemos que en agosto 2017, el presidente Trump prometió a Kim un diluvio de “fuego de una fuerza tal que el mundo no ha visto jamás”. Parece que los militares estadounidenses son prudentes, pero no descartan la opción del golpe. La guerra es una posibilidad en Corea.

Más allá de Corea, hay otros motivos de preocupación, puesto que la nueva estrategia militar de Trump reactiva la escalada nuclear, al apuntar hacia Rusia, China, e Irán. La “Revisión de la Postura Nuclear”, si bien repite que el arma nuclear se empleará solamente en “circunstancias extremas”, pretende renovar, modernizar, ampliar el arsenal nuclear y concede al Presidente el poder de emplear el arma nuclear incluso contra ciberataques. A finales del año pasado, Gary J. Bass, a propósito del futuro de la guerra, concluía que “en caso de confrontaciones potencialmente catastróficas con China, Rusia, Corea del Norte e Irán, Trump no sabe cuanto, no sabe sobre las desconocidas incógnitas. Si usted no aguanta imaginarlo en guerra, la realidad podría ser mucho peor”.

El Boletín de los Científicos Atómicos, publicado en EU desde 1945, dice que la nueva carrera nuclear que implica más de dos competidores es muy peligrosa y que la nueva doctrina estratégica elaborada por el Pentágono sobre nuevas armas tácticas nos pone “a dos minutos del apocalipsis”. Como era de esperarse China y Rusia han denunciado la “mentalidad de Guerra Fría” de Washington y anunciado que harán todo lo necesario para contrarrestar esa amenaza. Moscú denunció el recalentamiento de los lugares comunes contra Rusia y el “intento de cuestionar nuestro derecho a una legítima defensa… Esperemos que Washington sea consciente del nivel de peligro”. Un mes después, el 1 de marzo, el presidente Vladimir Putin anunció triunfalmente que su país contaba ahora con nuevas armas que le daban la superioridad militar absoluta y que ese esfuerzo era la respuesta rusa a la decisión americana de abandonar en 2002 el tratado sobre misiles antibalísticos. En su Revisión de la Postura Nuclear, el Pentágono había anticipado su respuesta, echándole la culpa a Moscú: “Pese a nuestros esfuerzos por mantener una relación positiva, Moscú percibe a Washington y la OTAN como sus principales adversarios y un obstáculo a sus proyectos geopolíticos desestabilizadores en Eurasia”. “Tú tienes la culpa”. “No, la culpa la tienes tu”. ¡Qué escenario!

Investigador del CIDE.
jean.meyer@ cide.edu

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