México depende del resto del mundo: cerca de 12 millones de connacionales viven en Estados Unidos, miles más en Latinoamérica y Europa. Nuestro vínculo con el exterior se valida con exportaciones que representan más de 35% del PIB y remesas que en 2016 alcanzaron los 26 mil 970 millones de dólares. El mismo año, nuestro país fue el 8° más visitado del mundo, recibiendo 35.1 millones de turistas internacionales que aportaron 8.7% del PIB.

En contraste, el estudio del CIDE México, las Américas y el Mundo 2004-2014 revela que sólo 45% de los encuestados afirmó interesarse en asuntos internacionales; los temas de política exterior interesaban poco a la población.

Hoy la coyuntura es distinta. La retórica antimexicana de Donald Trump ha colocado la agenda de política exterior en la arena mediática, en la definición de las prioridades gubernamentales y en el interés de los sectores productivos. El fortalecimiento de nuestros vínculos con otros países y la diversificación comercial se imponen como agenda obligada para el Estado.

Esta reconfiguración de la política exterior compete a todos. Es necesario articular estrategias de diplomacia pública que involucren y coordinen al mayor número de actores. El Congreso de la Unión no puede ser la excepción. Es indispensable que los trabajos de diplomacia parlamentaria se dirijan a la construcción del país sólido y diversificado que queremos proyectar al mundo. Censurar los mensajes y políticas de Trump, no hará a México más fuerte. Sólo acciones decididas que nos vinculen y acerquen con nuevos socios lograrán que no sufra nuestra moneda cada vez que amenaza Estados Unidos con dejar el TLCAN. Mientras nuestro vecino al norte apuesta por levantar muros, muchos apostamos decididamente por abrir puentes en nuestra política exterior; más diálogo y más México en todo el planeta.

La Unión Interparlamentaria (UIP) fue fundada hace 128 años y se conforma por los parlamentos de 173 países comprometidos con la promoción de la democracia y los derechos humanos, el fortalecimiento del multilateralismo y la atención de los retos globales.

El próximo 18 de octubre, la UIP elegirá una nueva Presidencia. Por primera ocasión México ha presentado una candidatura. Su importancia no es menor. Por un lado, porque tenemos la oportunidad de encabezar los esfuerzos de los legisladores del mundo en la defensa de un multilateralismo más incluyente y de lograr que la política exterior refleje la gran pluralidad que sólo los parlamentos del mundo representan desde múltiples ideologías. A través de la UIP se pueden diseñar mecanismos para que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible realmente se traduzca en leyes, presupuestos y políticas públicas que combatan la desigualdad.

Por otro lado, analicemos un par de datos: mientras nuestro país cuenta con una importante red de 80 embajadas, la UIP nos vincula directamente con 172 países; a la próxima 137ª Asamblea de esta organización asistirán más de mil 500 legisladores y más de 80 presidentes de poderes legislativos y parlamentos.

Durante los últimos años he impulsado y logrado la aprobación unánime de resoluciones a favor de la niñez migrante y de la inclusión financiera de las mujeres, presidí el Comité para Promover el Respeto al Derecho Internacional Humanitario y soy miembro del Grupo de Trabajo sobre Siria. En esta Asamblea enfocaré todo mi esfuerzo, como candidata de México, a que nuestro país gane la Presidencia de la UIP. De resultar electa, sería la segunda mujer en presidirla en toda su historia. Sin duda, un gran honor y responsabilidad representar a nuestro país al más alto nivel.

El mundo demanda una diplomacia parlamentaria cada vez más cercana a los ciudadanos y con un impacto tangible en el desarrollo de nuestros países. Sobre todo, se trata de democratizar la política exterior, de manera que sirva efectivamente e impacte de manera positiva las realidades inmediatas de las diversas sociedades.

Senadora de la República

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