En mi último artículo escribí sobre “Las Consecuencias Económicas del Sr. Trump”, inspirado en 2 artículos clásicos: “Las consecuencias económicas del Sr.Churchill” (de Keynes) y de la Sra. Thatcher (de Kaldor). Ambos representan críticas demoledoras a las políticas económicas de 2 figuras “dominantes” Ahora, a 7 meses de gobierno y 1 año de elección, es buena oportunidad para analizar “las consecuencias económicas de las políticas del presidente López Obrador”. ¡Casualmente 3 políticas recesivas!

La principal consecuencia es el estancamiento económico con un crecimiento del PIB cercano a “0”%, o aún negativo en los primeros meses; con ello, la estimación para el año es abajo de 1%, no el 2% previsto, ¡inferior a la “tasa mediocre mexicana” de las últimas décadas! Ésta se da en casi todos los sectores, salvo las exportaciones y el consumo, amortiguado por un acertado aumento en los salarios mínimos.

Ello está claramente provocado por la desastrosa caída de la inversión pública y también de la privada. Esto se agrava por el alto subejercicio del gasto en sectores claves. La consecuencia ha sido una caída en el empleo formal, acentuada por despidos de cuadros que paralizan la administración pública. Otro gran riesgo se deriva de la grave situación de Pemex, una “bomba de tiempo”.

Lo que ha preservado la estabilidad en los mercados, a pesar de la baja en las calificaciones, es la política fiscal ortodoxa responsable de Urzúa y Herrera, y la monetaria del Banco de México, con tasa de interés del 8% que mantienen altos flujos de capital y un tipo de cambio estable. Por ello lamento la renuncia de Urzúa por razones muy válidas.

Contrataques contradictorios, se trata de una clara “política neoliberal” que privilegia el equilibrio fiscal y de precios sobre el crecimiento, adornada por la “austeridad republicana”, como una versión de la “austerocracia” tan nociva para Europa. Nuestro otro pilar neoliberal es el entusiasmo por el libre comercio, expresada por la ratificación “apresurada” del TMEC, otro trofeo para Trump. La innecesaria baja de los impuestos en la frontera, a semejanza del vecino, es otro botón neoliberal.

La caída en la inversión va aparejada por la obstinación en algunos de los más severos errores históricos: la cancelación del aeropuerto de Texcoco, dinero enterrado e inundado, que pagarán los causantes con derechos aeroportuarios por mucho tiempo; un elefante blanco, técnicamente inoperable, Santa Lucía; y la primera refinería “submarina” del mundo, la de Dos Bocas, que costará el doble y se concluirá cuando avanzan ya los coches eléctricos, y el tren Maya, poco rentable, que amenaza destruir la biósfera de las selvas. Magno despilfarro (2% del PIB) que podría financiar un monto equivalente a los programas sociales fundamentales.

La prioridad a la política social siempre es encomiable: el programa de jóvenes, las pensiones a los adultos mayores, los caminos rurales. El problema es que esto no es una “política moderna de bienestar social” que debería sustentarse, por ejemplo, en un Sistema de Salud y de Pensiones universales, o un Seguro de Desempleo. Lo que se ha configurado es un recetario disperso de apoyos clientelares, asistenciales, de transferencias directas, con dudoso rigor y control, para “sobornar” una amplia base electoral. Lo más serio es que la 4T, en ausencia de una reforma fiscal amplia, ¡carece de sustento de recursos y está condenada al estancamiento con un Presupuesto para 2020, casi igual al de 2019!

En síntesis, ¡hasta ahora las “consecuencias económicas” de las políticas del Presidente son una economía estancada, víctima de la caída en la inversión y una “austerocracia” paralizante, con un presupuesto capturado por proyectos aberrantes y derrochadores, sin margen de recursos para estimular el crecimiento y la Cuarta Transformación!


Exembajador de México en Canadá.
@ suarezdavila

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