Puerto Vallarta.— “Trabajo es trabajo, pero la vida es la vida”, es lo que pensó el guardia de la caseta de seguridad del hotel Fiesta Americana mientras se tiraba al suelo para resguardarse porque pensaba que se desataría una balacera.

Pasaba la una de la mañana del lunes cuando vio llegar dos camionetas de las que bajaron varios sujetos armados con rifles de alto poder para entrar al restaurante La Leche; la garita que él vigilaba por las noches con sólo un gas lacrimógeno en la cintura se encuentra a unos 15 metros de la entrada del lugar en donde fueron privados de su libertad los hijos del Chapo Guzmán.

A esa hora, por la avenida Francisco Medina Ascencio circulaban algunos vehículos pero nadie se detenía; salvo la entrada y salida del grupo armado al restaurante, el operativo fue discreto y rápido.

Según la fiscalía de Jalisco, tres personas reportaron los hechos y la primera patrulla llegó en menos de cinco minutos, pero los guardias del hotel prefieren no hablar de eso, en su trabajo se los prohíben, dicen. Desde esa madrugada el restaurante permanece cerrado.

En los alrededores sólo los guardias del hotel y los que resguardan la entrada a los condominios Marbella, que están del otro lado de la calle, son quienes pudieron ver al comando que irrumpió el festejo de los hijos del líder del Cártel de Sinaloa, pero poco dicen al respecto. Frente al restaurante pasan turistas que se detienen y toman fotos, los más aventurados preguntan a los agentes que resguardan la zona.

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