Morelia. — Los más optimistas esperaban que por ser una elección a tercios los tres candidatos que encabezan las preferencias se arriesgaran y en verdad debatieran; los pesimistas vaticinaban una guerra de spots improvisados y criticaban el dispendio de recurso para la organización del primer debate entre los candidatos al gobierno de Michoacán.

Pasadas las 16:00 horas los simpatizantes de los distintos candidatos comenzaron a tomar posiciones alrededor del Centro de Convenciones de Morelia; las banderas, las porras y la música de banda hubieran hecho pensar a cualquiera que se realizaría un partido de futbol y no un debate político: “Le dicen fiesta democrática, pero más bien parece circo”, se quejaba un taxista atorado en el tráfico que se tomó por asalto el libramiento de la capital michoacana.

Los invitados fueron convocados antes de las 18:00 horas, “después de esa hora las puertas se cierran y nadie entra ni sale, como en los palenques”, advirtió un joven de traje con gafete que lo acredita como organizador.

Decenas de policías custodiaron la zona y los perros entrenados buscaron explosivos, drogas o cualquier objeto extraño o sospechoso en las instalaciones del Centro de Convenciones; las avanzadas de los candidatos llegaron para ocupar sus sitios en el foro donde los seis candidatos, para bien o para mal, estarían aislados, lejos de las porras y de los más de 400 invitados especiales, pero sobre todo, sin poder medir las reacciones ante sus palabras, transmitidas por televisión abierta.

Previo al debate, los seis tuvieron acceso a la batería de 25 preguntas que ocuparon la urna de donde sólo saldrían tres; pero responderlas fue lo que menos importó, pues cada uno llevó su estrategia bien delimitada.

Los seis comenzaron acartonados, leyendo parte de sus biografías y adelantando lo que serían sus movimientos a lo largo de este encuentro; al final, lo único claro fue que todos se quejan de la inseguridad en el estado, de la deuda del gobierno —que asciende a 20 mil millones de pesos aproximadamente— y que cualquiera que sea gobernador ofrecerá becas, ya sea para aprender oficios, para madres solteras, para estudiantes, huérfanos o ancianos.

Fue la abanderada del PAN, Luisa María Calderón la que quizá aprovechó mejor la dinámica propuesta y la que en reiteradas ocasiones se lanzó contra los candidatos del PRI, Ascención Orihuela, y del PRD, Silvano Aureoles, que poco hicieron por revirar o esquivar sus dardos.

A ambos les echó en cara las gestiones de sus partidos, recordando que antes del interinato de Salvador Jara, fueron dos perredistas —Lázaro Cárdenas Bathel y Leonel Godoy— y dos priístas —Fausto Vallejo y Jesús Reyna— los que gobernaron Michoacán.

Por su parte, el perredista Silvano Aureoles se concentró en el eslogan de su campaña: “Iniciar un nuevo comienzo” al que recurrió para evadir el debate y refugiarse ante los pocos embates de Orihuela y las embestidas de Calderón.

“Los michoacanos estamos hasta el copete de diagnósticos, descalificaciones y reparto de culpas (…) yo te convoco a un nuevo comienzo, claro que se puede”, rezaba la fórmula, palabras más, palabras menos.

El priísta Orihuela de plano borró del mapa la corta administración de Vallejo y Reyna para centrar sus ataques –cuando logró articularlos– en el abandono del gobierno de Felipe Calderón a Michoacán y en la gestión de Leonel Godoy, “el promotor de Silvano”, según él.

Utilizando la misma técnica que el perreditsa, regresó una y otra vez al eslogan de su campaña para colocarlo como preludio de toda propuesta abstracta: “poner orden”.

Los candidatos de Movimiento Ciudadano, Manuel Antunez Oviedo; Partido Humanista, Gerardo Dueñas Bedolla; y Morena, María de la Luz Nuñez, tuvieron más dificultades para posicionar sus discursos.

Tanto Antunez como Nuñez (ésta última lanzando una batería de datos sobre las finanzas del estado) intentaron centrar la atención en que el resto de los candidatos pertenecen a la clase política que ha dado la espalda a los ciudadanos; Bedolla, aprisionó sus ideas en un discurso rígido que le restó claridad.

Al final, nadie ganó el debate.

jram

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