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El reto al estar frente a Luke Perry es no preguntarle sobre Beverly Hills 90210.

Dylan McKay tiene ahora 50 años, no es el joven que conquistó a las más bellas de los 90 pero tampoco ha dejado ese carisma de lado. Sigue siendo rebelde: bromea de vez en vez, se le ve cómodo al hablar, parece no tener ninguna pretensión y tampoco se aferra al pasado.

“No sé ni cómo me veré en 10 años. El tiempo lo cambia todo rápido que no tengo idea del futuro, creo que me gustaría cursar una licenciatura”, dice el actor en pleno set de grabación de la serie Riverdale, en Vancouver.

¿A ti qué licenciatura te gustaría poder estudiar?

Algo de ciencias, ingeniería, eso me interesa, es fascinante, ¿o a poco sólo James Franco puede hacer eso?

Lo de la licenciatura va en serio, Perry ha dejado de lado casi todo para adentrarse al mundo de la televisión, con sus giros de fama, sus estereotipos y su renacimiento en fechas recientes. A él le tocó la época en los que cientos de jovencitas se sentaban a admirarlo en un horario fijo, por eso agradece el auge que tiene este medio.

“Todo ha cambiado, las redes sociales y el streaming han afectado, aunque no sé si necesariamente ayudado. Ahora todo se hace rápido y eso ha impactado el proceso creativo. Incluso las luces que iluminan los sets, puedes quedar ciego”, comenta.

“Lo mejor de la televisión es que es íntima, uno suele ver sus series en calzones, eso no pasa en los cines. Cuando era joven iba al cine, pero ahora la tv es importante, tiene un tremendo impacto social y lo agradezco porque siempre ha sido mi lugar favorito”.

Hoy Luke es el padre de dos hijos, Jack (de 19 años) y Sophie (de 16). En la ficción lo será de Archie, el del cómic, en una nueva serie que llegará a las pantallas de Warner Channel en abril.

Riverdale es una suerte de historia de suspenso que retoma el pueblo en el que creció el personaje pelirrojo y que, confiesa el actor, no pareció interesarle en el inicio: “Pensé, ‘¿Archie y drama?’, esa no es una buena idea. Luego leí el guión dije, ‘¡qué gran idea!’”

Perry vio con buenos ojos regresar a una high school desde la perspectiva más cercana a él: la de un padre. Aunque no se considera un mentor: “no me contrataron para formar actores, todos trabajamos juntos, yo aprendo de los jóvenes y ellos tomarán algo de mí”.

Cuando llegó a grabar el piloto, alguien en su equipo que admira su carrera colocó una figura coleccionable de su personaje en Beverly Hills 90210, le causó gracia, pero de inmediato decidió que su pasado no interfiriera con su nuevo proyecto.

“Ambas series se parecen en que hay lockers para guardar libretas”, dice ríendo. “Invité a todos a verlo como un nuevo show. No sirve de nada retomar el pasado, lo que pasa acá no sucedía en 90210, debemos concentrarnos en el trabajo, toma tras toma”.

Luke reconoce una brecha generacional, especialmente tecnológica, pero no se intimida, él sigue prefiriendo colocarse su gorra y practicar béisbol que entender al ciento por ciento las redes sociales.

“Ellos (los jóvenes) probablemente manejan mejor mi celular, yo no soy tan de redes sociales, pero no me afecta, creo que los de mi generación tenemos un sentido de la importancia del tiempo y yo todavía estoy en eso”.

Perry está consciente que siempre será Dylan para quien lo mire, pero ante todo Luke: padre de dos hijos, protagonista de Riverdale y próximo estudiante de ciencias. “Sólo me gustaría ser recordado por mi familia, como un buen papá, es lo que me preocupa ahora”, afirma.

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