Nueva York.— Vengan y escuchen la canción de cuna de Broadway: ¡Tonos de llamada de marimba! ¡El tecleo de los mensajes de texto! ¡El reproche del “shhhhh”!

Años de tensión acumulada por el comportamiento del público alcanzaron un clímax dramático este mes, cuando un adolescente subió a un escenario para intentar recargar su celular y la veterana estrella Patti LuPone arrebató un smartphone a un espectador que tecleaba, horas después de actuar en una función matinal marcada por los sonidos de llamadas.
LuPone dijo que está considerando dejar los escenarios debido a la ofensiva tecnológica.

Mientras Broadway se enfrenta ante esos pequeños espectáculos de luz y sonido, los artistas y algunos clientes dicen que los celulares y una cultura hiperconectada están acabando con la envolvente experiencia del teatro en directo.

“Acabo de gastarme casi el salario de un día en entradas para el teatro —no quiero que me distraiga la gente que enciende el celular para ver la hora o escribir un mensaje”, indicó esta semana Robin Satty, una aficionada al teatro procedente de Piscataway, Nueva Jersey, cuando iba a ver The Curious Incident of the Dog in the Night-Time, ganadora al Tony a la mejor obra.

Aun así, algunos expertos dicen que es hora de instruir, en lugar de regañar, a un público cada vez mayor que está acostumbrado a la interactividad y puede no estar familiarizado con la etiqueta del teatro.

“Debemos tener mucho cuidado para indicar a la gente qué es apropiado sin ahuyentarlos”, dijo el productor de Broadway Ken Davenport, que hace algunos años permitió algunas “butacas para tuitear” en las últimas filas durante una representación de Godspell.

Las distracciones en los teatros de Broadway son tan antiguas como los envoltorios de dulces y la tos. Pero los celulares han resultado especialmente intrusivos por su combinación de sonidos, cámaras y brillantes pantallas.

“Si estás en el escenario, te das cuenta de cada una de las personas que está enviando mensajes”, dijo el actor Will Swenson, que ha trabajado en musicales como Lés Miserables y Hair en Broadway.

“Al segundo en que se enciende una luz entre el público, es imposible no decir: ‘Oh, sí, estoy en el teatro y alguien está ahí sin prestar atención a mis mejores esfuerzos de contar una historia’”, dijo Swenson, quien recordó haber quitado el teléfono a un espectador que grababa un video durante Hair.

Otros actores, como Matthew Broderick o Frances McDormand, dejaron de actuar durante un tiempo en represalia por los espectadores que hablaban por celular o tomaban videos. Pero por lo general, los artistas siguen adelante.

La ciudad de Nueva York prohibió en gran parte el uso de celulares al público de los teatros en 2003, pero las autoridades locales no pudieron decir en un primer momento si se había multado a alguien. Los establecimientos suelen informar a los espectadores de la prohibición de hacer fotos o video y prueban varias estrategias para instarles a silenciar los teléfonos. Bloquear las señales es ilegal.

Hasta cierto punto, Broadway podría sufrir el resultado de unos mensajes contradictorios. Aunque prohiben el uso de celulares durante las actuaciones, los teatros también piden al público que tuitee y escriba en Internet sobre las obras y algunos expertos creen que es hora de suavizar las normas de celulares, o arriesgarse a parecer rancios.

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