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Ciudad Juárez.— Juárez lloró desconsolado, en sólo unos minutos las calles se llenaron de gente que con lágrimas en el rostro, flores en las manos o fotografías no daban crédito a la inesperada noticia, el divo se había ido.

“No, no es cierto, él está vivo. Él es bueno”, desconsolada, Lourdes Escamilla se negaba a aceptar que su ídolo hubiera muerto. Como ella nadie en la frontera quería aceptar la realidad, Juan Gabriel, El Divo de Juárez, el creador de “El Noa Noa”, no volvería a entonar sus aclamadas canciones.

Sobre la avenida 16 de Septiembre se concentraron más de mil personas en un par de horas, se reunieron afuera de la casa que pertenecía al cantante y compositor que llegó a vivir a esta comunidad cuando tenía apenas un año. La enorme mansión es un ícono de su vida, cuando era un niño llamado Alberto Aguilera Valadés ahí trabajó su madre como servidumbre, al paso de los años Juan Gabriel se la compró.

Ancianos, jóvenes, hombres, mujeres, gente pobre, gente rica, en carros y en bicicleta arribaron al sitio y se unieron en un coro monumental. “Amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaremos juntos”, la inconfundible estrofa se oía a todo pulmón, las lágrimas seguían derramándose.

A unas calles de ahí, frente al sitio en el que alguna vez estuvo el Noa Noa, donde un joven que se hacía llamar Adán Luna probó sin suerte conseguir el éxito, se prendían las veladoras.

Un poco adelante el mural de más de 20 metros de alto con el rostro del inmortal cantante recordaba a los juarenses que en esa zona deambuló el divo en su infancia, vendiendo comida.

El día que Juanga murió iba a presentarse en El Paso; miles de juarenses asistirían al concierto. Todo se quedó listo en Don Haskins Center: escenario, banda y luces.

En Juárez se le rendirá un homenaje los días 2 y 3 de septiembre.

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