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Del 21 al 31 de diciembre, Fernando del Solar cayó en coma.

Los doctores decían que ya no había más qué hacer. Él tuvo una breve estancia en ese lugar al que, afirma, todos iremos cuando partamos de aquí, pero al que no lo dejaron quedarse.

Tras recuperarse, René Mey le pidió permiso para enivarle terapeutas alternativos a su casa que para su sorpresa no le cobraron nunca, pues se trataba de “dar amor incondicional”.

Con el tiempo alguien le dijo que pensara en cambiar de chip y, en lugar de recibir, diera. Por eso pidió que le enseñaran a dar terapia. “Me estoy llenando de amor con esta filosofía que he adoptado de ir al campo de batalla y hablar con la gente.

Eso ha hecho la diferencia en su proceso de curación. De vez en cuando ofrece terapias gratuitas y, dice, en los hospitales lo dejan entrar desde el área de oncología hasta la cocina. “Puedo enfrentarme a alguien que le acaban de decir que va a morir porque a mí también me lo dijeron y porque ya estuve ahí; la manera en que se lo comunico es no de la boca para afuera, estoy contando esta experiencia de vida. Yo hoy puedo decirte que el lugar al que vamos está increíble. Si yo me hubiese curado desde el primer momento, me hubiese perdido todo esto que es más trascendente que el vivir ‘normalmente’”.

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