A Russell Crowe se le tiene en la industria por un tipo imprevisible, capaz de la mayor generosidad pero también de arrebatos coléricos, y quizá por eso muchos directores prefieren dejarle su espacio, conscientes de que el actor no soporta las intromisiones en su trabajo, como así reconoce.

"No soporto el exceso de control, no me gusta nada tener un director que me esté dando órdenes en todo. Si trabajas con un cineasta que tiene que meterse en todo, es que no entiende el medio y que no entiende cuál es mi trabajo", dice Crowe en una entrevista realizada durante el reciente Festival de Cannes.

Su último trabajo, The Nice Guys, se estrena la próxima semana en países de Latinoamérica como Argentina, Colombia o México, tras haber obtenido buenas críticas en su proyección en el exigente certamen de la Costa Azul.

El actor neozelandés, aunque australiano de adopción, recupera su clásico personaje de tipo duro, un matón cínico y con puños como martillos llamado Jackson Healy, pero que en esta ocasión es algo más torpe y sensible de lo habitual.

Le da la réplica Ryan Gosling con un personaje hilarante, otro investigador todavía más obtuso (Holland March), que sacará su perspicacia en los momentos más inesperados pese a su tendencia a caerse de las alturas y a meter la pata.

La película se sostiene en las interpretaciones de sus protagonistas, que recibieron el visto bueno del director, Shane Black -realizador de Iron Man 3 y guionista de la saga Lethal Weapon-, para alimentar sus papeles.

"Cuando tienes algo de experiencia, te das cuenta de que mucho de este trabajo requiere de confianza, y Black confiaba en que Ryan y yo seríamos fieles al espíritu de lo que quería contar", considera Crowe.

Por eso, valora por encima de todo la libertad que el cineasta les ofreció para dar vida a estos "dos buenos tipos": "No puedes ser divertido en un ambiente" de desconfianza y control excesivo, opina.

Y hablando de ser divertido, ¿qué le hacer reír a Russell Crowe? "No puedo predecir qué me va a encender el botón de la risa (...), pero si voy a ver una película para reír tiene que estar basada en los personajes, no solo en unos cuantos chistes".

El intérprete de Gladiator o Master and Commander reconoce que durante su adolescencia y juventud fue "un gran fan de Gene Wilder" y que hablaba de él con Gosling durante la película, aunque podría añadir a "mucha gente" en esa lista de inspiraciones cómicas.

Una comedia "es graciosa si me creo al personaje y eso es lo divertido de esta película, sobre todo el de Ryan. Por muy extremo o absurdo que sea, sigue siendo un personaje real", opina.

En el filme, el bruto pero noble Healy trata de contribuir a resolver la turbia desaparición de una joven en Los Ángeles a finales de la década de los 70, aunque no siempre logra encontrar la mejor forma de ayudar.

Crowe está convencido de que la mayor parte de la gente quiere sentir en sus vidas que está aportando algo, de que son útiles ya sea para su familia, sus hijos... aunque, como en el caso de su personaje, "a veces hay una oscuridad detrás de él que no conocemos, pero que está ahí".

"Lo que hay que entender sobre Jackson Healy es que hay un poco de asesino en serie en él", dice, antes de soltar una risotada.

Risas como las que protagonizaron la rueda de prensa en Cannes, donde Crowe y Gosling demostraron que la química que se aprecia en la película también existe en la realidad.

Una buena relación que se extendía también a la joven australiana Angourie Rice, que en el filme interpreta a la hija de Gosling, y que con solo 15 años planta cara con soltura a los protagonistas de The Nice Guys.

sc

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