La serie documental Hot girls wanted, que se añadió ayer al contenido de Netflix y es producida por Rashida Jones,   busca reflejar la realidad acerca de la vida de las actrices adolescentes en la industria pornográfica.

“Hace énfasis, sobre todo, en la manera en que las adolescentes son enganchadas con la promesa de convertirse en porn stars, explica Jones. “Se trata de alertarlas”, agregó.

El documental señala que más personas visitan sitios pornográficos en un mes que Netflix, Twitter y Amazon juntos, razón que motiva a la industria a buscar cada vez a más mujeres y de menor edad para que sea un negocio redituable, según la reseña de Fox .

“La vida profesional de una actriz porno suele ser muy efímera”, dijo Rashida al portal de noticias de Yahoo.
Una de las historias que el televidente podrá conocer será la de Tressa, una mujer que relatará su paso por la pornografía. Podrán verse los conflictos con su madre y la manera en que se afectó la relación con su novio.

“Muchas veces sólo se colocan letreros de ‘se busca chica sexy’ y las mujeres acceden, reciben un boleto de avión y viven en la casa de los agentes que las contactan, pero al momento de estar frente a cámara se dan cuenta de lo difícil que será el trabajo” explicó Rashida Jones.

Hot girls wanted busca desmitificar a la industria pornográfica y aproximar la realidad al televidente. Pero también se busca influir en las personas que consideran el porno como un trabajo fácil y de ensueño, en el que los actores y actrices ganan mucho dinero.

En muchas ocasiones la forma de acceder a una pornografía casera y menos costosa pone en riesgo a las mujeres que deciden emplearse en la creación de videos sexuales y ni siquiera les deja una ganancia financiera.

Tal es el caso de Tressa, quien después de trabajar como actriz porno durante cuatro meses logró recaudar la suma de 25 mil dólares, sin embargo, después de visitar al doctor, comprar lencería y pagar algunos traslados la suma restante en su cuenta bancaria es de sólo 2 mil dólares.

Sin mucho dinero, las adolescentes acceden a hacer filmes que mezclan porno y tortura. “Los castings escasean, las selecciones son difíciles y de pronto están haciendo un porno por el que no hubieran querido firmar antes”, dice Jones.

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