Los golpes de Estado en países con sistemas democráticos no requieren ya de armas y militares nacionales aliados o no con fuerzas externas, apoyadas por poderes económicos, ahora pueden darse a través de las urnas golpes a la democracia, como lo estaría probando la catástrofe anunciada con la elección de Jair Bolsonaro diputado durante 28 años, del Partido Social Liberal (PSL). La derrota de Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT) que sustituyó tardíamente a Lula da Silva quien permanece preso acusado de corrupción, él era el favorito, quedó impedido de presentarse a las elecciones, como resultado de una maniobra política, de un juicio en su contra que ha tenido todo menos pruebas contundentes. Se dejó al PT natural. Se mantiene preso el expresidente cuyo partido se desprestigió a través de una intensa campaña durante años en su contra.

Difícil entender y más aún explicar en pocas palabras la catástrofe para la democracia y la política brasileña. Lo primero que salta a la vista es que dos instituciones en la democracia brasileña han sido vulneradas por la corrupción. Así se mostró en el Juicio del Congreso contra Dilma Rouseff que por un asunto administrativo fue juzgada por corrupción en Lava Jato y destituída como Presidenta de Brasil. Sustituída por el vicepresidente Michel Temer presuntamente involucrado en graves casos de corrupción que permanecen en investigación durante meses y años. El Congreso brasileño está infestado por la corrupción en la que participan política e intereses de poderosos grupos con poder económico. Así se mostró en la acción del Poder Judicial contra Lula.

Brasil está saliendo de la peor crisis económica, atraviesa una crisis social y política. Los escándalos de corrupción oscurecen el panorama la prensa amarillista aprovecha la situación para desacreditar a sus opositores. La inseguridad y los crímenes con violencia crecen, el año pasado 170 homicidios diarios asolaron al país. La clase media es la más golpeada, hay miedo e insatisfacción, en los barrios de clase media la gente sale poco por la noche. El clamor en Brasil es: cambio. Jair Bolsonaro, exmilitar ofrece acabar con la inseguridad, al mismo tiempo respalda a los violadores de derechos humanos de esos años. En el terreno de la libertad política ha prometido acabar con el PT y quienes lo apoyan, arrasar a la izquierda y sus simpatizantes, poner fin a la pluralidad política de Brasil.

El sistema judicial también sufre los embates de corrupción y lleva adelante juicios cuyos resultados favorecen a los opositores al PT. Atilio Borón político y sociólogo argentino, advierte que en Brasil se ratifica por enésima ocasión que la derecha no tiene la más mínima lealtad hacia la democracia, como lo demuestra el apoyo a Bolsonaro quien apoya la dictadura militar que ensangrentó a Brasil en los 60 y 70. Admira a los generales y torturadores que gobernaron durante 20 años. Algunas de sus afirmaciones lo dibujan de cuerpo entero, ha dicho que el error de la Junta militar fue encarcelar y no asesinar a los militantes y luchadores políticos opositores. Que si un hijo suyo fuera homosexual lo preferiría muerto.

Jair Bolsonaro, se perfila como triunfador de la segunda vuelta en la elección Presidencial de Brasil, de acuerdo con una de las últimas encuestas va adelante del candidato del PT Fernando Haddad del PT con alrededor de 10 puntos. El nombramiento del candidato que sustituyó a Lula fue tardío. El PT ha perdido apoyo popular, no ha sabido explicar la crisis de la política brasileña.

Bolsonaro se presenta como el salvador de Brasil, su argumento más reiterado es que la elección de Fernando Haddad llevaría a Brasil a una situación similar a la catástrofe económica y social de Venezuela. “El otro candidato sabe con quien se aconseja y en donde, no queremos la vuelta de este tipo de personas para ocupar el Palacio de Planalto,” dijo Bolsonaro. Su campaña se hace fundamentalmente a través de redes sociales, también en la prensa que mayoritariamente lo apoyan. En las calles no hay anuncios, imágenes, pancartas, parecería que Brasil no está campaña electoral. Hubo una denuncia del diario Folha de Sao Paulo que acusó a un grupo de empresarios de financiar una red de envío masivo de noticias falsas para perjudicar la candidatura del Partido de los Trabajadores, está en investigación.

El discurso misógino de Bolsonaro no pasa. Hay una actividad creciente en que se involucran las mujeres en su contra, entre otras cosas ha dicho que las mujeres deben ganar menos que los hombres. Hay un movimiento de mujeres en su contra que se manifestó con gran fuerza en las calles. Su discurso es también racista contra los negros y sus descendientes.

Habrá que ver qué pasa en las urnas. Mañana domingo 28 de octubre los brasileños elegirán al Presidente Brasil, un país grande, poblado, diverso, rico en recursos naturales y biodiversidad, con historia y liderazgo, en América del Sur. Un país hermano. Esa elección tendrá repercusiones continentales.

Periodista, analista internacional

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