Dos son los temas más importantes en la agenda de la relación bilateral México-EU este 2018: el TLCAN que se negocia entre México, Canadá y EU, y que podría llegar a su fin si el gobierno de Trump así lo decidiera. El otro es el programa DACA, puesto en marcha por Obama en 2012, que permite, hasta ahora, que 800 mil jóvenes (más de 600 mil son mexicanos), que llegaron a EU siendo niños, no sean deportados, tengan autorización de residencia temporal y permiso de trabajar. Trump puso fecha al fin del programa en marzo de 2018 y dejó el juego en manos del Congreso, que hasta ahora no ha hecho nada. Una legislación para sustituir el DACA tendría el apoyo de los demócratas y de algunos legisladores republicanos, aunque la perspectiva es incierta. El tiempo apremia.

Desde 2001, el Congreso ha debatido iniciativas para abrir a los jóvenes un camino hacia la ciudadanía, ellos llegaron siendo menores por lo que no transgredieron ninguna ley, tienen además raíces en EU, prácticamente todos se han esforzado en sus estudios, han superado retos mucho mayores que otros estudiantes, son talentosos y trabajadores. Son reconocidos entre los mejores en sus universidades y centros de trabajo. Sin embargo, el Congreso nunca logró aprobar una legislación en ambas Cámaras en el mismo año, por lo que Obama firmó el decreto del DACA. El anuncio de su fin lo hizo Trump en septiembre, el tiempo para construir y aprobar una alternativa se reduce. Los conservadores en su mayoría insisten en que una ley que sustituyera el DACA sería inconstitucional. Sin embargo, las encuestas indican que los dreamers tienen un apoyo mayoritario, muy importante: 86% según una encuesta reciente del ABC News-Washington Post. Tienen también el apoyo activo en sus comunidades, universidades, escuelas, centros de trabajo. 2018 es año electoral, demócratas y republicanos buscarán la mayoría en ambas Cámaras. ¿Apostarían los republicanos por la deportación cruel, inhumana y con el apoyo mayoritario de los estadounidenses en no pocos estados?

Es difícil en EU revocar beneficios otorgados por el gobierno. Durante meses, los dreamers se han preparado junto con poderosas organizaciones no gubernamentales para defender sus derechos. Si esto fallara y el Congreso no construyera y aprobara una alternativa, tendrían que ser deportados 800 mil jóvenes, lo que sería cruel, e incluso podría ser imposible. Porque la deportación de los dreamers se pelearía en las Cortes de inmigración, que tienen ya más de 615 mil casos pendientes de resolver. El Instituto Cato considera que los costos para la economía serían enormes, de alrededor de 280 mil millones de dólares. Marzo está cerca, los dreamers se movilizarán, el apoyo de organizaciones civiles crecerá y los consulados de México en EU se preparan también para la defensa. La finalización del DACA tendría un efecto devastador sobre el futuro de cientos de miles de jóvenes.

Al arranque de su campaña electoral y al iniciar su gobierno, Trump definió una política que ningún presidente de EU ha tenido desde que el presidente James Polk declarara la guerra de intervención contra nuestro país en 1846, que arrebató a México más de la mitad del territorio nacional. Trump arrancó su campaña describiendo a los inmigrantes mexicanos como traficantes de droga, criminales y violadores, los insultos fueron acompañados de dos promesas: la construcción de un muro en la frontera que México debería pagar, sin hablar nunca del que ya existe en la mayor parte de los más de 3 mil km que dividen a los dos países. Sus simpatizantes gritaban en la campaña, con la satisfacción de Trump: Build a wall, kill them all, alentó el racismo. Y definió al TLCAN como un tratado inadmisible porque EU tiene un déficit comercial, lo culpó de la pérdida de empleos y dijo que debería terminar o negociarse the worst treaty ever para que America First se beneficie”.

Para entender las dificultades de la negociación y la elevada posibilidad de que Washington ponga fin al TLCAN hay que ubicar el tratado multilateral entre los tres países de América del Norte en el marco de la política puesta en marcha desde el día uno del gobierno de Trump. El 45° presidente de EU define sus políticas a partir de destruir todas las políticas del gobierno de Barack Obama y, en gran medida, de sus antecesores desde 1947.

Periodista y analista internacional

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