Ya no son los tiempos en los que volar era una ocasión especial y los pasajeros subían a los pájaros de acero con ropa formal. Ese atractivo por viajar en avión es ahora un recuerdo romántico al alcance de los que pagan boletos de primera clase. De ser el medio de transporte preferido de las élites, ahora es un negocio de masas.

Dennis Muilenburg, consejero delegado de Boeing, admite que no se trata solo de ensamblar el avión más grande, sino de “diseñarlos pensando en ofrecer la mejor experiencia posible”. El usuario espera que el avión sea seguro, dice, y “quiere hacer el viaje con comodidad”. Para ello, explica, están invirtiendo en innovaciones para mejorar el sentido de espacio físico dentro de las limitaciones del avión.

“Diseñamos el interior para que sea lo más placentero posible. Las ventanas más amplias son una parte importante, también la reducción del ruido y regulación de la humedad”. La inversión en el fuselaje de materiales compuestos permite que los aviones sean más ligeros y eficientes. Todo pareciera estar muy bien, pero la configuración de la cabina es una decisión de las aerolíneas.

De vanguardia

El 787 Dreamliner es el más moderno de la compañía y el primero en incorporar la nueva filosofía de interior que está aplicando también al 737 MAX y a la última generación del 747, el 747-8.

El diseño del interior es un arte y una ciencia. El criterio clave en la configuración de la cabina es la reducción del peso, para que el avión sea eficiente. Cualquier innovación debe ahorrar carga o justificar una fuente adicional de ingresos para las aerolíneas. Cada nuevo elemento, además, debe cumplir un proceso de certificación y evitar costes operativos adicionales.

Los ingenieros son los que tienen la última palabra cuando se trata de que estos gigantes emprendan el vuelo con el mayor número posible de pasajeros. Muilenburg explica que hay que tener en cuenta todas las cuestiones reglamentarias en materia de seguridad, como los tiempos para que el avión sea evacuado en pocos segundos en caso de una emergencia en tierra.

El reciente escándalo de United puso de manifiesto los horrores de volar. Las aerolíneas han ido añadiendo más asientos en sus aviones a expensas del espacio para las piernas. Las quejas no paran de crecer.

El descontento acaba de forzar a American Airlines a reconsiderar la configuración de las butacas en el nuevo B737 MAX. Hace un mes indicó que iba a rebajar la distancia entre los asientos de 31 a 29 pulgadas en tres filas. Ahora decide dejarlo en 30 pulgadas para toda la clase económica. Insiste en que los nuevos asientos lo permiten porque son más ligeros y cómodos.

Boeing afirma que las aerolíneas deben cuidar a sus clientes. El diseño de la cabina debe ser neutro, como un lienzo blanco, para que cada compañía pueda encajar su imagen de marca.

Eso explica que la experiencia de volar sea completamente diferente entre compañías que en un mismo mercado operan el mismo modelo de avión, incluso utilizando la misma configuración de asientos.

Junto al diseño de la cabina y los servicios, la luz tiene un cometido esencial al compensar la predisposición psicológica negativa del pasajero y reduce la sensación de multitud. La compañía está en proceso de patentar un sistema que proyecta imágenes en movimiento en el techo.

El tamaño del equipaje

El otro gran reto está en el maletero. Hace cuatro décadas casi no se usaban. El pasajero facturaba el equipaje y se olvidaba hasta llegar al destino. Ahora, las aerolíneas incentivan que se embarquen los bultos. ¿La solución, entonces, sería cambiar la manera en la que el pasajero afronta el viaje en avión? El equilibrio entre lo que espera el pasajero y lo que está dispuesto a pagar es, por tanto, complejo. El ejecutivo de Boeing insiste en que lo que busca es facilitar la mayor flexibilidad posible a las aerolíneas al decidir lo que es mejor para sus negocios. “Buscamos siempre la manera de aportar el mayor valor posible a nuestros clientes”, reitera. “El diseño del interior es un componente competitivo importante".

La sostenibilidad se está convirtiendo, en paralelo, en un elemento clave para los fabricantes y será en el futuro un factor al fijar el precio del billete. Boeing está invirtiendo en tecnologías como la propulsión híbrida, que desarrolla Zunum Aero. Cree que empezará a madurar primero en los pequeños aviones. Su adopción a escala para los vuelos comerciales lo ve aún lejos, “quizá en un par de décadas”.

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